MATANZA EN EEUU

Parquímetros coIgados de los árboles

Los cientos de voluntarios convocados ayer por los servicios de urgencia de Oklahoma mostraban anoche pocos signos de esperanza sobre las víctimas de la explosión en un edificio federal de esa ciudad. "La oficina del forense acaba de encargar 100 bolsas para cadáveres", aseguraba en tono de derrota una de estas personas. Otras dos voluntarias relataban a la cadena de televisión local KFOR que los bomberos habían decidido prescindir de su ayuda, pues no se esperaba rescatar a nadie con vida de, la zona del desastre.Una mujer sentada en silla de ruedas; con la cabeza vendada y los hombros ensang...

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Los cientos de voluntarios convocados ayer por los servicios de urgencia de Oklahoma mostraban anoche pocos signos de esperanza sobre las víctimas de la explosión en un edificio federal de esa ciudad. "La oficina del forense acaba de encargar 100 bolsas para cadáveres", aseguraba en tono de derrota una de estas personas. Otras dos voluntarias relataban a la cadena de televisión local KFOR que los bomberos habían decidido prescindir de su ayuda, pues no se esperaba rescatar a nadie con vida de, la zona del desastre.Una mujer sentada en silla de ruedas; con la cabeza vendada y los hombros ensangrentados, lloraba mientras explicaba a las cámaras de televisión que. su marido había muerto en la explosión y que no sabía nada del paradero de sus tres hijos. "Espero que las personas que han hecho esto se sientan felices", dijo.

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"Yo he estado en el último terremoto de San Francisco y no tenía nada que ver con esto", explicó otro testigo. "Este edificio ha quedado destrozado de dentro hacia afuera, los parquímetros están colgando de los árboles". Uno de los jefes de los equipos médicos señaló que la zona también estaba plagada de "trozos de cuerpos humanos".

Sangre y cristales

Un trabajador del Gobierno federal que se hallaba en la zona en el momento de la explosión relató: "Era horrible, los críos lloraban y gritaban, tenían sangre, yeso y material de aislamiento del edificio por encima de sus cuerpos. La gente salía en ropa interior con cristales y yeso en la cabeza, la cara y el cuerpo".

Al derrumbarse una fachada del edificio, decenas de personas cayeron envueltas entre los escombros y otras se quedaron al borde del vacío.

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Según uno de los primeros recuentos del número de víctimas adelantados por los medios de comunicación, 17 niños habrían perdido la vida en el incidente. Preguntado sobre este aspecto, un testigo dijo ante las cámaras que no estaba preparado para hablar de ello y a continuación se echó a llorar.

En un servicio de comunicación e información por ordenador se establecieron de inmediato varias áreas de conversación a través de las cuales vecinos de la ciudad de Oklahoma explicaban la situación de caos al resto del país. "Las autoridades están pidiendo que nadie se acerque al centro de la ciudad", decía alguien a través del ciberespacio. "Temen que comience el pillaje", añadió. Otra persona dijo que vivía en la ciudad de Yukon, a 25 kilómetros del suceso, y que había oído el estruendo de la explosión "como un trueno debajo de la ventana".

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