Cartas al director

El asiento para inválidos

¿Es una broma? ¿O la Empresa Municipal de Transportes ha plagiado la fábula de la zorra y las uvas? Hace algún tiempo, junto al asiento de detrás del conductor, había una figura pegada de un hombre con un bastón. Me alegré de ello, porque tengo más de ochenta años, sufrí una grave hemorragia cerebral y tengo inútil la parte izquierda del cuerpo. Creí ingenuamente que todos entendían cuál era el significado del dibujo, pero no era así. Aquel asiento era siempre el primero en ocuparse, casi nunca lo encontré vacío y nadie se levantó jamás para ofrecérmelo.Tenía que rogar, por favor, que me lo ce...

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¿Es una broma? ¿O la Empresa Municipal de Transportes ha plagiado la fábula de la zorra y las uvas? Hace algún tiempo, junto al asiento de detrás del conductor, había una figura pegada de un hombre con un bastón. Me alegré de ello, porque tengo más de ochenta años, sufrí una grave hemorragia cerebral y tengo inútil la parte izquierda del cuerpo. Creí ingenuamente que todos entendían cuál era el significado del dibujo, pero no era así. Aquel asiento era siempre el primero en ocuparse, casi nunca lo encontré vacío y nadie se levantó jamás para ofrecérmelo.Tenía que rogar, por favor, que me lo cedieran, obteniendo varios resultados: los menos se alzaban en silencio, frecuentemente con un gesto de desagrado; otros refunfuñaban entre dientes, y algunos exponían sus razones: que los asientos eran para todos, que estaban cansados, y hasta hubo quien me dijo "que no le salía de los c... levantarse".

Yo argumentaba que con una sola mano, en la que llevo el bastón, no puedo agarrarme para sostenerme con el autobús en marcha. Después de la discusión, generalmente me cedían el asiento y, cuando no lo hacían, me veía obligada a apearme y esperar otro autobús. Claro que de esto la EMT no tenía la culpa.

Pero un día descubrí que habían raspado la figura del hombrecito y lo achaqué a una de tantas gamberradas importadas a nuestro pobre país.

Ya no tenía derecho a pedir que me cedieran ese asiento, pero seguí haciéndolo, y la última respuesta recibida fue: "Diga que le cedan aquel de enfrente, que es el reservado para inválidos".

¡No daba crédito a mis ojos! No sabía si llorar o reír.

El asiento designado es el que va encima de una rueda, el más incómodo; como si dijéramos, un asiento de tercera clase.

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Le dije a la persona que ocupaba el antiguo asiento para minusválidos: "Tiene usted razón, pero como quienes lo han decidido así no han caído en la cuenta de que, precisamente por ser minusválidos, no podemos encaramarnos a ese asiento, si usted no es tan amable de cederme el suyo, me tendré que bajar del autobús y esperar otro, porque no puedo ni ir andando ni tomar un taxi". Si la cosa no tiene remedio, me gustaría saber qué criterio ha seguido EMT para semejante cambio.-

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