La Guardia Civil, apenas investigó los cadáveres hallados en Alicante

La Guardia Civil no se esforzó por identificar los dos cuerpos enterrados en cal viva que fueron descubiertos el 20 de enero de 1985 en una fosa excavada en Alicante. Cinco meses y una investigación centrada en la bala y el cartucho allí encontrados saldaron las pesquisas, calificadas ayer como "bastante pobres" por fuentes del Ministerio de Justicia e Interior. La Guardia Civil se limitó a difundir una nota informativa a las comandancias del cuerpo, sin poner el acento en la necesidad de investigar las denuncias de personas desaparecidas.

Los cuerpos, según acaba de revelar una nueva a...

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La Guardia Civil no se esforzó por identificar los dos cuerpos enterrados en cal viva que fueron descubiertos el 20 de enero de 1985 en una fosa excavada en Alicante. Cinco meses y una investigación centrada en la bala y el cartucho allí encontrados saldaron las pesquisas, calificadas ayer como "bastante pobres" por fuentes del Ministerio de Justicia e Interior. La Guardia Civil se limitó a difundir una nota informativa a las comandancias del cuerpo, sin poner el acento en la necesidad de investigar las denuncias de personas desaparecidas.

Los cuerpos, según acaba de revelar una nueva autopsia, correspondían a los presuntos etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, desaparecidos en el sur de Francia en la madrugada del 16 de octubre de 1983. Ambos habían sido torturados y asesinados. En medios policiales se cree que el arma utilizada pudo ser una pistola incautada por las fuerzas de seguridad a un comando de ETA.El ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, calificó ayer el doble asesinato de "espeluznante". Margarita Robles, secretaria de Estado de Interior, nombró una comisión de investigación, encabezada por un general de la Guardia Civil y el comisario general de Policía Judicial.

"No tenemos dudas de que la operación fue ejecutada por policías y mercenarios del Gobierno", afirmaron en un comunicado los familiares de Lasa y Zabala. Felipe González renovó su confianza en José Barrionuevo, ministro del Interior en la época del doble asesinato.

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