Cartas al director

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El pasado día 1 de febrero del presente año, desde mi centro de trabajo, me dispuse en un pequeño descanso a tomar un café en una de las cafeterías de las inmediaciones, y cuál fue mi sorpresa cuando, en el momento de querer abonar la consumición, comprobé que había sido objeto de la sustracción de mi monedero con el dinero, carnés y tarjetas que contenía, además de otras pequeñas pertenencias a las que tenía un apego especial.Tras una búsqueda desesperada e inútil por las papeleras de las proximidades y debajo de algunos coches aparcados con la esperanza de que el actor del hecho se hubiese d...

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El pasado día 1 de febrero del presente año, desde mi centro de trabajo, me dispuse en un pequeño descanso a tomar un café en una de las cafeterías de las inmediaciones, y cuál fue mi sorpresa cuando, en el momento de querer abonar la consumición, comprobé que había sido objeto de la sustracción de mi monedero con el dinero, carnés y tarjetas que contenía, además de otras pequeñas pertenencias a las que tenía un apego especial.Tras una búsqueda desesperada e inútil por las papeleras de las proximidades y debajo de algunos coches aparcados con la esperanza de que el actor del hecho se hubiese deshecho del mismo una vez se hubiera apropiado del dinero, por lo acontecido me dirigí a la comisaría más próxima, llegué alrededor de las 12.45, viéndome en la necesidad de solicitar permiso en mi trabajo para denunciar el robo.

Por el funcionario de policía que se encontraba en la entrada de la comisaría fui recibida con un seco "pida usted la vez", interesándome datos para anotación en el libro de registro, y después... la espera, la larga espera entre comentario y comentario de los contertulios que conmigo también desesperaban.

Después de cuatro nerviosas horas de espera, pude efectuar mi denuncia, exactamente a las 17.00, con la impresión de haber sufrido en el mismo día dos atropellos. Aquella misma noche me autoconsolé: "¡Qué tontería! ¡No se acaba el mundo!, mañana será un buen día".-

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