Tribuna:ESTABILIDAD POLÍTICA

Para entendernos mejor

Para Antonio Gutierrez, secretario general de CC OO, debería ser evidente que ninguna alternativa social o política puede basar su prosperidad en el infortunio del país y el debilitamiento de la democracia.

Releyendo lo que se ha escrito en relación al comunicado conjunto sindicatos-patronal, resulta imposible contestar a interpretaciones tan contradictorias. Además, como señala el bueno y sabio Francisco Candel, es preferible quedarse como, un sonajero, ante tanto griterío a convertirte en cascabel de serpiente como algunos de los que gritan. Así que, por higiene mental y persistencia en promover el debate sobre lo sustantivo, considero más edificante reiterar la explicación de lo hecho que ocuparme de la febril elucubración de los que, buceando en el tenebroso charco de las supuestas intencione...

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Releyendo lo que se ha escrito en relación al comunicado conjunto sindicatos-patronal, resulta imposible contestar a interpretaciones tan contradictorias. Además, como señala el bueno y sabio Francisco Candel, es preferible quedarse como, un sonajero, ante tanto griterío a convertirte en cascabel de serpiente como algunos de los que gritan. Así que, por higiene mental y persistencia en promover el debate sobre lo sustantivo, considero más edificante reiterar la explicación de lo hecho que ocuparme de la febril elucubración de los que, buceando en el tenebroso charco de las supuestas intenciones ocultas, se quedan en la superficial adjetivación de todo aquello que, sin llegar a comprender, lo descalifican por si acaso, aunque después caigan en la cuenta de que se perjudicaron a sí mismos.Es normal que una iniciativa sin precedentes causara extrañeza a primera vista. Pero a quienes llevan años rellenando las hemerotecas con sus columnas e informaciones (a las que con tanta frecuencia invocan para imputar incoherencias ajenas) y a los que hemos tenido o tenemos alguna responsabilidad social o política desde la transición democrática, se nos puede pedir un poco menos. de estridencia ante algo nuevo, pero con antecedentes. Porque momentos de inestabilidad política con repercusiones socioeconómicas sí los hemos tenido. También los hemos observado recientemente en algún que otro país europeo.

Tuvimos un proceso constituyente con no pocas incertidumbres políticas y tuvimos, desgraciadamente, un 23-F con la consiguiente convulsión política. Afortunadamente, los parámetros de la inestabilidad política son otros. No se cuestiona la democracia, sino a un Gobierno que se ha ganado a pulso su descrédito. Sin embargo, aquellas situaciones tu vieron en común con la actual procesos económicos complejos y difíciles. En la primera ocasión negociaron y firmaron los Pactos de la Moncloa los partidos políticos sin tomarse la molestia de invitarnos a quienes teníamos que avalar y aplicar aquellos pactos, los agentes sociales.

En 1981, tras la tormenta, fue el Gobierno de Calvo Sotelo, con el apoyo de los demás partidos, quien tomó la iniciativa de convocarnos a un nuevo pacto, el Acuerdo Nacional sobre el Empleo, que comportaba una pérdida de dos puntos de poder adquisitivo de todos los salarios y prestaciones de los trabajadores/as a cambio de la etérea promesa de crear 350.000 empleos. Esto fue, más que un "brindis al sol" (como algunos han calificado la reciente declaración conjunta), un brindis a la salud de los beneficios empresariales y, encima, pagándolo del bolsillo de todos los trabajadores.

Quienes asumimos aquellos acuerdos lo hicimos conscientes de que era nuestra obligación contribuir a componer el clima necesario para asentar la democracia o a recomponer lo que otros estuvieron a punto de romper. No nos arrepentimos de nada; al menos yo, que fui corresponsable con otros, no me arrepiento de nada; pero pedirnos que tampoco hayamos aprendido nada e9perando a ver por dónde escampa y que es lo que nos vuelve a tocar en mala suerte es pedir demasiado. Por una vez, y ojalá que sirva de precedente, hemos tomado la iniciativa en una situación política ante la que no somos indiferentes ni neutrales.

Nuestra declaración contradice la doctrina oficial del Gobierno en todos sus puntos. Si éste se apunta el tanto de la recuperación económica, nosotros evidenciamos que se debe a la coyuntura internacional, a la devaluación -forzada- de la peseta y al esfuerzo de los trabajadores -en primer lugar- y también, por qué no decirlo si es verdad, al de no pocos empresarios cuyas empresas han ido a pique. Mientras los gobernantes la presentan como un hecho consolidado, los agentes sociales indicamos que la leve mejoría de la economía está en peligro cada día que pasa. Donde Felipe González afirma que su fórmula de gobierno le dota de estabilidad suficiente, por nuestra parte respondemos que la inestabilidad se percibe dentro y fuera de nuestro país, y si reitera su disposición a terminar la legislatura, concluimos que la situación es insostenible y se requiere una solución política rápida y eficaz.

No se encontrará en el texto, porque no existe, ningún llamamiento al sosiego ni prédicas moralistas por el es tilo, como las que se le han adjudicado al comunicado conjunto. Si algo subyace es que no apostamos, por el cuanto peor mejor, sino por que lo peor, que es permanecer en esta inercia degradante, acabe lo antes posible. A estas alturas debería ser evidente que ninguna alternativa social o política, de izquierdas o de derechas, puede basar su prosperidad en el infortunio del país y en el debilitamiento de la democracia. Al menos, el "cuanto peor" siempre perjudica más a los de abajo, a los trabajadores/ as, y en todo caso del caos siempre se han beneficiado más los reaccionarios que las gentes de izquierda que aspiramos a un futuro mejor. Máxime, en los tiempos que corren en España y en Europa, en los que los múltiples desórdenes que nos sacuden son imputables al individualismo, a la desigualdad social y a la merma de los derechos engendrados en las políticas liberalconservadoras, y en los que ya es hora que la izquierda se presente como factor esencial en la recomposición de la convivencia social con más equidad para mayor eficiencia económica y como vector de fuerza en la universalización de los derechos para más democracia.

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Por lo demás, es un compromiso para alzar las negociaciones colectivas del 95 cuando las del 94 se bloquearon, para desarrollar acuerdos anteriores que presentaban síntomas de parálisis, para avanzar en la democratización de las relaciones industriales, que buena falta nos hace. Todo antes que vernos abocados a pactos firmados a la baja como los de antaño.

Es evidente que en bastantes ambientes políticos y periodísticos no se ha comprendido, hasta se diría que ha molestado, la demostración, desde nuestra autonomía y en el terreno que nos es propio a los agentes sociales, de que es posible mantener las posiciones de cada cual conjugando nuestras respectivas responsabilidades. Si alguien se ha querido engañar con que sindicatos y patronal hemos hecho dejación alguna de nuestros respectivos principios y de la firmeza correspondiente para defenderlos', que espere unos meses y verá hasta qué punto se equivocó.

Mientras tanto, se ha desaprovechado la aportación para exigir de otros un comportamiento similar que pudiera haber conducido al Gobierno a pactar un calendario electoral para el más breve plazo posible, que es lo sustantivo, sin facilitarle, a fin de cuentas, la tangencial salida de los regates en corto en un debate que reiteraba con adjetivos lo que ya era del dominio público.

Tal vez no esté de más recordar que más peligrosa que la maldad con la que se perjudica a otros para beneficio propio es la estupidez que, dañando a los demás, lesiona a uno mismo. Nosotros hemos querido modestamente beneficiar a este país, que es el nuestro, para no salir perjudicados todos. Pese a la persistente estupidez, ha valido la pena y también persistiremos en el empeño de salir lo mejor librados posible.

Antonio Gutiérrez Vegara es secretario general de CC OO

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