Editorial:

Sorprendente IPC

LA SUBIDA de un 1% en el IPC de enero ha sorprendido a propios y extraños. La tasa interanual se sitúa en el 4,4%, la misma con la que finalizó el año, y la inflación subyacente (sin energía ni alimentos no elaborados),- en el 4,5%. El dato de enero, aunque supone casi un tercio del previsto para todo el año, ha sido recibido con alivio tras las expectativas que apuntaban aumentos por encima del 1,3%. Los mercados reaccionaron positivamente, con una ligera recuperación de la peseta y moderadas subidas de la Bolsa.La relativa moderación de los precios, igual a la de enero del año pasado, signif...

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LA SUBIDA de un 1% en el IPC de enero ha sorprendido a propios y extraños. La tasa interanual se sitúa en el 4,4%, la misma con la que finalizó el año, y la inflación subyacente (sin energía ni alimentos no elaborados),- en el 4,5%. El dato de enero, aunque supone casi un tercio del previsto para todo el año, ha sido recibido con alivio tras las expectativas que apuntaban aumentos por encima del 1,3%. Los mercados reaccionaron positivamente, con una ligera recuperación de la peseta y moderadas subidas de la Bolsa.La relativa moderación de los precios, igual a la de enero del año pasado, significa que la elevación del IVA y los impuestos especiales no ha repercutido en los precios de los productos al consumo; al menos, no en la proporción que había sido prevista por los analistas, incluido el Banco de España, que por ese motivo anticipó la subida de tipos de interés en 0,65 puntos. Ello sería consecuencia de la debilidad del consumo privado, que habría aconsejado a los vendedores no elevar los precios. No habría que descartar, sin embargo, que esa repercusión se produzca en los próximos meses. Habrá que esperar a conocer el IPC de febrero y marzo para saber quién tenía la razón: si el Gobierno, que apostó por compensar la reducción de las cotizaciones sociales con el IVA, o la mayoría de los analistas, que alertaron sobre el riesgo inflacionista de esa vía.

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Las razones para el pesimismo son que el IPC -que se refiere a los 22 primeros días del mes- no ha llegad o a recoger las ya visibles elevaciones en algunos alimentos -patatas, aceite de oliva, frutas...-, en parte derivadas de la sequía. La sorpresa ha de extenderse igualmente al capítulo de los bienes industriales no energéticos, que han pasado del 3,6% al 3,3%, sin que se hayan puesto de manifiesto las alzas en los precios de algunas materias primas ni se hayan visto contaminados por las tensiones alcistas observadas en el índice de precios industriales, con el 5,3% interanual de diciembre.

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De todas formas, con los datos disponibles no es posible anticipar hasta qué punto estamos ante un diferimiento del impacto inflacionista o ante una significativa modificación en la inercia de las políticas de precios de las empresas. Si fuera esto último, se trataría de una novedad indicativa de una mayor flexibilidad ante la evolución de la demanda, coherente, por otra parte, con la contención de costes laborales registrada en 1994. En cualquier caso, el registro de enero tiene un efecto estabilizador de los mercados financieros y evita el temido aumento de los tipos de interés. Y ello es bueno en sí mismo.

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