"Ya hablaremos dentro de una semana"

B. C. "Ya hablaremos dentro de una semana no quiero hacer ningún saludo", fueron las escuetas palabras que dijo ayer Javier de la, Rosa al llegar a su domicilio. Tranquilo, pero muy serio, posó en la puerta ante los reporteros gráficos. Casi cinco horas antes, el financiero se enteró personalmente de que recuperaba la libertad si pagaba la fianza. Lo supo a mediodía, cuando un funcionario del juzgado se lo comunicó en un locutorio de la cárcel de Can Brians. Su reacción al conocer la noticia fue de cierta sorpresa, dicen quienes pudieron verle en ese momento.

Su familia se movilizó con ...

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B. C. "Ya hablaremos dentro de una semana no quiero hacer ningún saludo", fueron las escuetas palabras que dijo ayer Javier de la, Rosa al llegar a su domicilio. Tranquilo, pero muy serio, posó en la puerta ante los reporteros gráficos. Casi cinco horas antes, el financiero se enteró personalmente de que recuperaba la libertad si pagaba la fianza. Lo supo a mediodía, cuando un funcionario del juzgado se lo comunicó en un locutorio de la cárcel de Can Brians. Su reacción al conocer la noticia fue de cierta sorpresa, dicen quienes pudieron verle en ese momento.

Su familia se movilizó con rapidez para obtener el dinero exigido. Tenían mucha prisa porque el juez Aguirre fijó las tres de la tarde como tope horario para depositar la fianza. Si no, De la Rosa hubiera tenido que esperar un día más. Por eso, durante cerca do una hora, en el edificio judicial se reunieron varios de los procuradores y abogados esperando, con, nervios, la llegada de la persona que debía depositar el aval.

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A cinco minutos del cierre del edificio judicial, un Audi rojo frenaba en seco ante los juzgados. Uno de los asesores de De la Rosa y también inculpado en el caso, Miguel Soler, y dos apoderados del Banco Popular Español subieron corriendo las escaleras hasta el juzgado de instrucción número 1 para entregar el aval. Media hora des pués, el juez dio el visto bueno.

Mientras, un miembro de su servicio de seguridad se dirigía a Can Brians. Eran las 16.20 horas cuando el financiero salía del penal. Lo hizo en una furgoneta oscura, con cristales ahumados. A las cinco de la tarde llegaba a su casa, en la calle de Doctor Fleming. No quiso entretenerse con nada ni con nadie y subió a su domicilio para celebrar la libertad. Ahora, a De la Rosa -que tiene el pasaporte, retenido-le resta esperar el final y presentarse. ante el juez dos veces al mes, como la mayoría de los acusados en libertad condicional.

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