Sables y sotanas en la democracia e chilena

Escaso interés popular por el debate sobre la modernización del país andino

El agradecimiento de la democracia chilena a la Iglesia católica por su valiente enrolamiento contra los desmanes de la dictadura favorece, el conservadurismo moral de un país que vende la revista Interviú con una vitola de castidad y el apercibimiento de "sólo para adultos". La exhortación es llegar vírgenes al matrimonio y respetarse a sí mismas.Pero lo fundamental de esta nación no es la lucidez de quienes creen que la poesía es cosa de maricones, o quienes claman por el pedrisco divino cuando un escritor homosexual recibe una beca del Estado. La esencia del Chile contemporáneo radic...

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El agradecimiento de la democracia chilena a la Iglesia católica por su valiente enrolamiento contra los desmanes de la dictadura favorece, el conservadurismo moral de un país que vende la revista Interviú con una vitola de castidad y el apercibimiento de "sólo para adultos". La exhortación es llegar vírgenes al matrimonio y respetarse a sí mismas.Pero lo fundamental de esta nación no es la lucidez de quienes creen que la poesía es cosa de maricones, o quienes claman por el pedrisco divino cuando un escritor homosexual recibe una beca del Estado. La esencia del Chile contemporáneo radica en la habilidad de sus fuerzas políticas para progresar pacíficanente en un marco representativo trabado por el régimen militar, y en los espacios ganados a la tolerancia a la libertad.

Evidentemente, delantero del Real Madrid Iván Zamorano es el único ídolo nacional indiscutible y sus cualidades humanas y deportivas son ensalzadas por comensales de las marisquerías de lujo de Santiago, que aún maldicen a los desaparecidos durante la dictadura -"bien muertos están", decía uno- y por la izquierda más dolida e impaciente: "No habrá reconciliación sin justicia". Excepto la necesidad de santificar a Zamorano y al beato padre Hurtado, y el plantón del comandante en jefe del Ejército, Augusto Pindchet, hasta 1997, el resto es materia de un debate que se aprecia apático.

La política de hechos consumados sustituye muchas veces a la abierta discusión, y aunque el imperio de la ley promueve la fidelidad conyugal y la continencia de esa bestia lúbrica que todos llevamos dentro, a las dos de la tarde de cualquier día laborable los adúlteros y las ursulinas cuelgan de las lámparas de los moteles capitalinos. "Yo he sido virgen como cinco veces", confesaba una amiga de Pía Barros, reputada vampiresa local cuando moza.

Los hábitos evolucionan a medio gas en esta nación de 13 millones de habitantes, incorporada al Tratado de Libre Comercio (TLC) con una economía que prospera a una media de casi siete puntos desde 1986, topes históricos en ahorro e inversión un registro de pobres reducido en un millón de personas y tribunas militares siempre prusianas, pero abiertas poco a poco a ponencias civiles y demócratas. El enemigo a batir no es manco: la penuria afecta aún a un 30% de la población, el sistema sanitario es deficiente y la educación también -se estudia subir hasta un 7,5% el actual 4,5% del PIB dedicado al sector-, y las carencias en infraestructura reclaman 15.000 millones de dólares (unos dos billones de pesetas) de aquí al 2000.

El aplauso de Wall Street al estirón chileno provoca perplejidad o blasfemias en los barrios más pelones de Santiago. "A mí eso no me llega", gruñe Beltrán Flores, 57 años, padre de cuatro hijos, agranujado por fuerza y de profesión sus chapuzas.

No es arriesgado pronosticar, sin embargo, que si algún país puede salir del subdesarrollo en la próxima década éste será Chile: su economía ha incorporado cambios estructurales necesarios para crecer a ritmo sostenido, y pese a que sólo el 18,5% del gasto público social beneficia al 20% indigente, las graves injusticias distributivas y los lastimosos destierros del auge son menos escandalosos que en otras latitudes americanas. "Un 80% de la reducción de la pobreza en los últimos años Se explica por el crecimiento económico del país, que permitió aumentar sus ingresos a los grupos más pobres", indica Felipe Larrain, consultor internacional y profesor del Instituto de Economía. Y de la misma forma que la permanencia o abandono de Pinochet no figura entre laspreocupaciones diarias de la mayoría de los chilenos, las cardinales limitaciones de su democracia, en el Congreso, en el sistema electoral; en el Tribunal Constitucional o en el Consejo de Seguridad Nacional, tampoco movilizan, aunque son percibidas como tales. Los logros de la pacífica transición, para sorpresa de sus principales protagonistas, producen más frío que calor.

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Un sondeo de gran alcance publicado hace unos días revela que el 69% de los encuestados cree que la democracia es débil, y un 32% admite una mejoría en la situación. Para Marcelo Contreras, director de la revista Apsi, más que un desencanto por el pluralismo lo que parece existir es una frustración de las expectativas cifradas en el proceso de democratización.

El ministro de Hacienda, Eduardo Aminat, sostiene que 1995 será un año "espectacular" si nadie se pone nervioso y mete, las manos en el ventilador. Posiblemente vaya a ser así a juzgar por los principales indicadores, pero Manuel Bustos, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, advierte que para ello deberán aumentar los salarios y modificarse el actual marco de relaciones laborales. "En estos tres últimos años los empresarios nos han tratado tan duró como en la dictadura".

No sólo cambia el armazón. económico, a la espera de que la salida del generalísimo permita abordar los cambios políticos y constitucionales. Las relaciones familiares también se mueven, y 25 diputados de todo el abanico político presentaron hace pocos días las bases de un proyecto de ley de divorcio. "Me atrevería a apostar que casi la mitad del hemiciclo está de hecho separado o se divorciará en cuanto pueda", comenta un periodista. El aborto es una realidad, pero quien ahora demandara su legalización sufriría inmediata lapidación frente al palacio de la Moneda.

Al ministro del Interior, el democristiano Carlos Figueroa, 64 años, parece abrumarle un puritanismo que posiblemente cobre nuevos bríos con los últimos nombramientos del Vaticano en el episcopado chileno, institución de influencia determinante en la televisión. "Resulta que el Gobierno hace una propaganda sobre el tema del sida y dos canales se niegan a transmitirla".

El pasado queda atrás

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