Tribuna:LOS JUECES INVESTIGAN A INTERIOR

Verdad política y verdad judicial

La verdad política y la verdad judicial son verdades de naturaleza distinta y de compatibilidad funcional nada fácil.La verdad política es una verdad relativa y permanentemente revisable, a la que se llega a través de dos procesos.

1.- Un proceso electoral, público y contradictorio, en el que los litigantes exponen sus argumentos ante un juez, el cuerpo electoral, que dicta una sentencia a través del ejercicio del derecho de sufragio. Se trata de un proceso político, protagonizado por agentes de naturaleza política, debatido con argumentos políticos y resuelto por un juez político, que ...

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La verdad política y la verdad judicial son verdades de naturaleza distinta y de compatibilidad funcional nada fácil.La verdad política es una verdad relativa y permanentemente revisable, a la que se llega a través de dos procesos.

1.- Un proceso electoral, público y contradictorio, en el que los litigantes exponen sus argumentos ante un juez, el cuerpo electoral, que dicta una sentencia a través del ejercicio del derecho de sufragio. Se trata de un proceso político, protagonizado por agentes de naturaleza política, debatido con argumentos políticos y resuelto por un juez político, que dicta una sentencia asimismo política.

2. Un proceso parlamentario, también publico y contradictorio ' en el que la mayoría y la minoría han de ejecutar la sentencia dictada en su día por el cuerpo electoral. También se trata de un proceso político, protagonizado por agentes políticos, y en el que las decisiones que se adoptan son políticas, aunque pueden acabar objetivadas en normas jurídicas.

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Esta, es la forma en que la sociedad se autodirige en democracía. Por eso la política es la esfera de la verdad. relativa y mutable, cuya regla de oro es la, regla de la mayoría. Lo que es verdad hoy puede dejar de serlo mañana, ya que la sociedad puede cambiar de mayoría. Por eso Kelsen definía la democracia como el compromiso permanente de la mayoría y la minoría políticamante reperesentadas en el Parlamento.

La verdad judicial es, por el. contrario, la verdad más absoluta, que puede alcanzarse en las sociedades humanas. Definir' la verdad es la: función constitucional del juez. Ni, más ni menos. Hasta hoy no se ha encontrado mejor sistema para -hallar la verdad en los conflictos sociales que el proceso contradictorio con un árbitro imparcial sometido unicamente, a la ley.

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De aquí deriva la configuración. constitucional del poder judicial: independencia y sistema de verificación de la verdad, de tal manera que cuando una decisión judicial sea firme, se hayan despejado las dudas que puedan existir respecto de la misma. La doble instancia en el proceso civil la separación entre el juez que instruye y el que dicta slentencia en el proceso penal..., todo está dirigido a la producción de una verdad firme, dotada del valor de cosa juzgada. Esta diferente naturaleza es la que las hace incompatibles cuando se pasa de un determinado umbral.- La verdad judicial es muy superior a la verdad -política. En un . conflicto entre ambas la aniquila. Pero con la verdad judicial, con una verdad firme y no revisable, no se puede hacer política. Se puede hacer fundamentalismo, pero no política. El carácter absoluto de la verdad judicial es lo que la inhabilita como. verdad política.

No cabe duda de que todo sistema democrático se puede ver sometido siempre y se ve sometido puntualmente a la verificación judicial. Siempre hay un índice de judicialización del proceso político, como hay un índice de inflación o de contaminación. Pero de la misma manera que un sistema económico no puede vivir con la hiperinflación, un sistema político no puede vivir con la hiperjudicialización. Cuando un sistema político, se ve sometido de forma generalizada a un proceso: de verificación judicial, acaba irremediablemente en el colapso. Es lo que ha ocurrido y lo que sigue ocurriendo en Italia.

Tenga la impresión de que en España nos hemos deslizado vertiginosamente por esa pendiente y que estamos al borde del colapso. Arzallus, Pujol y más recientemente Fraga han advertido del peligro, sin que sus advertencias hayan servido, para mucho. ¿Estaremos condenados a repetir la experiencia italiana?

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