Tribuna:

Viajes municipales

El origen de la cuestión es un viaje. Ya lo decía el clásico: viajar es necesario, vivir no es necesario. Lo dijo el clásico y lo cantó Caetano Veloso. Don José María Álvarez del Manzano viajó a Londres y volvió totalmente deslumbrado por la instalación de cámaras de vídeo en las calles del centro de la ciudad. Hasta tal punto llegó su fascinación que poco tardó en proponer una, medida similar para Madrid. De esta forma, explicaba el señor alcalde, el ciudadano se sentirá más seguro pues los artefactos callejeros auyentarán a los cacos y desaprensivos y todo ello sin molestar a los vecinos ya ...

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El origen de la cuestión es un viaje. Ya lo decía el clásico: viajar es necesario, vivir no es necesario. Lo dijo el clásico y lo cantó Caetano Veloso. Don José María Álvarez del Manzano viajó a Londres y volvió totalmente deslumbrado por la instalación de cámaras de vídeo en las calles del centro de la ciudad. Hasta tal punto llegó su fascinación que poco tardó en proponer una, medida similar para Madrid. De esta forma, explicaba el señor alcalde, el ciudadano se sentirá más seguro pues los artefactos callejeros auyentarán a los cacos y desaprensivos y todo ello sin molestar a los vecinos ya que, como pudo comprobar in persona, si la cámara se desvía por accidente y enfoca un cuarto de estar o una cocina, alguien reprochará la acción a quien cometa la torpeza.Ya han surgido voces dudando de la constitucionalidad de la medida, incluso de su eficacia, pero cuando un aventurero está inspirado, las Cartas Magnas son nimiedades frente al ímpetu preelectoral. Naturalmente, la primera conclusión que se deduce del tan citado deslumbramiento municipal es la de que don José María debe viajar más, mucho más.

Por ejemplo, a Amsterdam. Una vuelta por los canales, un cafelito en cualquiera de los bares que venden legalmente drogas blandas y un paseo por el Red Light, pulcro y divertido barrio de putas de la ciudad al que acuden las familias con la seguridad de que grandes y pequeños encontrarán en él útiles enseñanzas para la convivencia. Al fin y al cabo, la carne es uno de los tres peligros que acechan a la salvación del alma, pero también una obsesión constante del ser humano. Conocerla es amarla. Quizá a la vuelta del periplo procure la navegabilidad del Manzanares, solicite la legalización de las drogas blandas, y, ¿por qué no?, la de la prostitución.

También se podría dar una vuelta por Roma, Florencia o París: es muy posible que 'se quedara estupefacto ante las fuentes y estatuas- de Bernini, Brunelleschi o Maillol y o poco puede nuestro señor alcalde o nos convierte Madrid en un lujo para el peatón. Con las actuales cabras, rebecos, delfines, toros, gordas, violeteras. y vírgenes que el mal gusto ha ido colocando -o amenaza con hacerlo- por plazas, avenidas y parques podría realizar un inolvidable regalo a cualquiera de los financieros procesados o encarcelados recientemente con la condición, eso sí, de que no las muevan de sus jardines particulares y con la promesa de que sí así lo hicieran, se solicitaría una redención especial de sus condenas. Claro que si el alcalde visitara Bangkok la cosa se complicaría: monjes budistas, casas de masajes, cobras, mangos tas, militarismo...: un bazar de posibilidades de compleja adaptación al foro.

En resumen nadie debería aplacar el cívico anhelo de quien busca mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos ni con alegaciones constitucionales ni de cualquiera otra índole.. Es más, si fuéramos como debiéramos ser y no como somos pagaríamos a escote un viaje de 15 días al señor Álvarez del Manzano a Disneylandia. El retorno sería un sueño.

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