El nuevo barrio de La Celsa costara 200 millones más por los retrasos

Las chabolas de La Celsa -junto a Mercamadrid y la M-40- se caen de viejas y, a escasos metros, la obra del nuevo poblado destinado a estas familias se deteriora y encarece en unos 200 millones de pesetas por los dos años que lleva parada. El Ayuntamiento y la Comunidad llevan discutiendo por la reanudación de los trabajos desde que en 1992 suspendió pagos la constructora. Sólo en vigilar estas casetas paradas, con forma de búnkers, el Consistorio se ha gastado ya 50 millones de pesetas, dos por mes.

A los vecinos de estas favelas, destrozadas por la suciedad, el analfabetismo y el tráf...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Las chabolas de La Celsa -junto a Mercamadrid y la M-40- se caen de viejas y, a escasos metros, la obra del nuevo poblado destinado a estas familias se deteriora y encarece en unos 200 millones de pesetas por los dos años que lleva parada. El Ayuntamiento y la Comunidad llevan discutiendo por la reanudación de los trabajos desde que en 1992 suspendió pagos la constructora. Sólo en vigilar estas casetas paradas, con forma de búnkers, el Consistorio se ha gastado ya 50 millones de pesetas, dos por mes.

A los vecinos de estas favelas, destrozadas por la suciedad, el analfabetismo y el tráfico de drogas, se les prometió una vivienda digna para 1988. Después se estableció otro plazo: octubre de 1992. Pero tampoco se cumplió.La obra del nuevo poblado de realojamiento estaba adjudicada en 650 millones de pesetas. Por ahora, se llevan gastados casi seiscientos millones, incluídos los 50 de la vigilancia durante dos años, pero- hacen falta otros 300 para finalizarla, ya que, al estar parada, la construcción se ha deteriorado, según datos del gerente del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada, Julio Fernández Mato.

"Entre las reparaciones que hay que hacer y los guardas, cada vivienda va a llegar a costarnos nueve millones de pesetas, eso si la obra no continúa parada, porque entonces se incrementarían aún más los costes", afirma. ",No sólo no nos dan pisos para cumplir nuestros planes, sino que ni siquiera se concluye una obra ya medio acabada", añade Fernández Mato.

Las máquinas no entran

La finalización de este nuevo poblado, que comenzó a construir la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV), corresponde al Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima), del Gobierno regional, según los últimos acuerdos entre instituciones.

Pero hace dos semanas, la EMV impidió la entrada en la obra a los operarlos de la nueva constructora contratada por el Ivima. Después de dos años, las máquinas llegaron y se marcharon ante la desesperación de los chabolistas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Luis Armada, consejero delegado de la EMV, justifica la negativa a que entrasen de nuevo las máquinas por dos motivos: un conflicto judicial con la antigua constructora y la necesidad de llegar a un acuerdo global sobre realojamientos con la Comunidad.

"Grecsa, la empresa que suspendió pagos, n os reclama unas cantidades con las que no estamos de acuerdo y nos ha metido, una demanda de paralización de obra", asegura Armada.

Las 107 familias que habitan este asentamiento ya no se creen nada.Llevan dos años contemplando, desde sus chabolas, cómo se deterioran sus futuras casas. "Parecen guaridas de militares, y esperamos que nunca se vuelque un camión porque más cerca de la carretera no las han podido poner, pero son mejor que lo que tenemos", aseguran.

El tío Aquilino, con 70 anos, uno de los más viejos del lugar, ya ha escuchado muchas promesas. "Hace 14 años nos preguntaron si preferíamos ir a piso o a casa baja; los que eligieron piso fueron realojados, al resto nos dijeron que en tres meses nos trasladarían a casa baja y hasta ahora", apostilla.

Cortar la M-40

"A veces nos decimos: vamos a cortar la M-40 y que dejen de tornarnos el pelo, pero el gitano, con lo echado para adelante que es para otras cosas, teme a los antidisturbios", concluye. Diego Gracia y Jesús Vázquez, ambos treintañeros, ven las cosas de una forma más beligrante. "Vamos a cortar lo ejue haga falta porque aquí no se puede ya vivir", aseguran.

La mitad del asentamiento está formado por casetas prefabricadas construidas hace dos décadas como alojamiento provisional. Tienen agua, estufa y retrete, pero los suelos, paredes y techos están llenos de agujeros y grietas. Alguno de estos chamizos ya se ha derrumbado. El resto del poblado lo ocupan barracas de tablas y planchas de tetrabrick. No hay agua ni servicios.

La Celsa es uno de los asentamientos chabolistas más antiguos de la ciudad. Nació hace treinta años junto a otras barriadas de aluvión, como Entrevías y el Pozo del Tío Raimundo, cuyos habitantes fueron realojados. Con el tiempo se ha quedado aislada, convertida en un gueto junto a Mercamadrid.

Tras la suspensión de pagos, ambos organismos públicos iniciaron una retahíla. de acusaciones sobre los costes de la obra. La EMV reclamaba dinero al Ivima y éste aseguraba que no veía las cuentas claras como para seguir financiando.

La discusión se extendía a todo el programa de vivienda del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada, sustentado por arribas administraciones y cuya misión es dar alojamiento digno y apoyo social a las 1.155 familias chabolistas de la capital.

El poblado de La Celsa es conocido como uno de los principales puntos de venta de droga de la ciudad. Desde hace tres años, el trapicheo ha disminuido considerablemente.

Archivado En