El control de Greenpeace genera una crisis en la organización

Greenpeace, la mayor y más conocida organización ecologista mundial, afronta tiempos difíciles. Su propio control, así como los recortes presupuestarios previstos para 1995 y el número y objetivo de sus campañas han generado un áspero debate interno. En vísperas de la reunión anual, a celebrar el próximo día 29 en Túnez, David McTaggart, su presidente honorario, ha pedido a todos los miembros que suavicen sus diferencias y eviten la ruptura del grupo."La recesión ha reducido las donaciones de fondos, nuestra mayor fuente de ingresos", reconocieron ayer en la sede londinense de Greenpeace. Gree...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Greenpeace, la mayor y más conocida organización ecologista mundial, afronta tiempos difíciles. Su propio control, así como los recortes presupuestarios previstos para 1995 y el número y objetivo de sus campañas han generado un áspero debate interno. En vísperas de la reunión anual, a celebrar el próximo día 29 en Túnez, David McTaggart, su presidente honorario, ha pedido a todos los miembros que suavicen sus diferencias y eviten la ruptura del grupo."La recesión ha reducido las donaciones de fondos, nuestra mayor fuente de ingresos", reconocieron ayer en la sede londinense de Greenpeace. Greenpeace Internacional, con sede en Amsterdam, coordina los trabajos de 30 oficinas en diferentes países. Durante los tres últimos años ha operado con problemas financieros derivados precisamente de la recesión. Para hacerles frente ha tenido que emplear parte de las reservas del grupo. Según sus portavoces, la cita de Túnez no supondrá soluciones mágicas.

En 23 años, Greenpeace ha abierto una treintena de oficinas y suma un millar de empleados. Ha llegado a disponer de siete barcos. Ahora tiene tres y hace dos años suprimió cien puestos de trabajo. En estos momentos planea otro recorte similar.

Archivado En