Una familia desalojada de una planta baja se refugia en el sótano

La ley parece implacable, pero la necesidad es capaz de hacerle burla. La familia Molina fue ayer desalojada de la infravivienda que ocupaba ilegalmente, desde hace cuatro años, en el barrio del Lucero (Latina). Pero los Molina (matrimonio y cuatro hijos) acataron la orden judicial sin moverse del inmueble: se refugiaron en el sótano. Allí vive también ilegalmente otra familia, los Palomo (matrimonio y dos hijos).

A las 9.30, la presencia de los representantes judiciales y de unos treinta policías convencieron a la familia de lo inútil que era resistirse. Sus súplicas no sirviero...

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La ley parece implacable, pero la necesidad es capaz de hacerle burla. La familia Molina fue ayer desalojada de la infravivienda que ocupaba ilegalmente, desde hace cuatro años, en el barrio del Lucero (Latina). Pero los Molina (matrimonio y cuatro hijos) acataron la orden judicial sin moverse del inmueble: se refugiaron en el sótano. Allí vive también ilegalmente otra familia, los Palomo (matrimonio y dos hijos).

A las 9.30, la presencia de los representantes judiciales y de unos treinta policías convencieron a la familia de lo inútil que era resistirse. Sus súplicas no sirvieron de nada. Entre lágrimas e insultos, los afectados comenzaron a sacar sus pertenencias de su infravivienda de la calle de Sepúlveda, 66.El padre, Elías Molina, de 31 años, embalaba sus propiedades, mientras su esposa, Rosa Pino, de 28, lloraba. Sus cuatro hijos permanecían ajenos al desalojo, agarrados a las piernas de la abuela, Carmen Ríos.

La dueña de la propiedad, Carmen Lafuente, pidió que la casa fuese derribada. Sus deseos no pudieron cumplirse. "No podemos echarla abajo, porque los escombros caerían sobre el sótano", auguró la secretaria judicial.

Elías Molina tuvo entonces una idea. Su familia se refugió en el sótano con el beneplácito de los Palomo, la otra familia okupa. Desde ayer, 10 personas malviven en 20 metros cuadrados de infravivienda.

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