"O nacionalismo, o federalismo en Europa"

Rudolf Scharping, de 46 años, es el candidato de Partido Socialdemócrata Alemán a la cancillería, que ocupa Helmut Kohl. Scharping cree que Europa está en una encrucijada y que la alternativa es o retorno al nacionalismo o federalismo.

Rudolf Scharping, candidato del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) a la cancillería federal y presidente del Gobierno de Renania-Palatinado, piensa quemar las naves en el Estado federado que gobierna y trasladarse a Bonn a partir de las elecciones federales del próximo 16 de octubre. La cuestión es si en Bonn irá al Gobierno o se sentará en el duro banco de la oposición. Una tarde de domingo en Bonn, Scharping concedió una entrevista de más de una hora a los corresponsales en Alemania de EL PAÍS, The Independent, La Repubblica y Le Monde.

Scharping critica a K...

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Rudolf Scharping, candidato del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) a la cancillería federal y presidente del Gobierno de Renania-Palatinado, piensa quemar las naves en el Estado federado que gobierna y trasladarse a Bonn a partir de las elecciones federales del próximo 16 de octubre. La cuestión es si en Bonn irá al Gobierno o se sentará en el duro banco de la oposición. Una tarde de domingo en Bonn, Scharping concedió una entrevista de más de una hora a los corresponsales en Alemania de EL PAÍS, The Independent, La Repubblica y Le Monde.

Scharping critica a Kohl por haber vaciado su entorno de personas inteligentes e independientes, y se muestra hostil al partido poscomunista.

El líder socialdemócrata, que rechaza la idea de que haya miembros de primera y de segunda en la Unión Europea, cree que Europa se halla en la encrucijada de optar entre nacionalismo y federalismo. Él prefiere profundizar en la idea de Europa, y advierte sobre los riesgos de dar primacía a las cuestiones de defensa.

Pregunta. Sus rivales sostienen que usted quiere fundar otra república si el SPD gana las elecciones y, si es preciso, con el apoyo de los comunistas. ¿Qué responde usted a esto?

Respuesta. No queremos otra república, sino otra política. En cuanto al PDS [Partido del Socialismo Democrático, poscomunista], le aseguro que no me presentaré a la eleccción de canciller si para ello necesito un solo voto de los comunistas. Tampoco lo hará ningún otro político socialdemócrata. Lo digo como cosa definitiva. No hay mayoría para algo así, ni en el partido, ni en el grupo parlamentario.

P. Usted dijo lo mismo antes de las elecciones de Sajonia-Anhalt, en junio pasado, y, a pesar de ello, se formó u n Gobierno del SPD tolerado por el PDS.

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R. Eso es inexacto. En Sajonia-Anhalt no se ha, necesitado un solo voto del PDS. Además, la República Federal de Alemania no se puede comparar con ese pequeño y hermoso Estado en el este de Alemania. Quiero agregar, además, que los socialdemócratas somos los únicos que estamos luchando coherentemente para evitar la entrada del PDS en el Parlamento. Parece ser que el canciller [Helmut Kohl] tiene interés en que los comunistas sigan en el Bundestag. Hace poco incluso lo reconoció.

P. Las encuestas no son muy favorables al SPD.

R. El 57% de la población quiere el cambio. Es cierto que a comienzos del año las encuestas nos sobrevaloraron. Luego nos infravaloraron. Ahora viene la normalidad. Además, todavía pueden pasar muchas cosas.

P. Pero un Gobierno federal nunca ha perdido unas elecciones.

R. En todo en la vida hay siempre una primera vez.

P. Usted se presenta, con un trío en la campaña, la llamada troika [junto con Oskar Lafontaine, responsable de Hacienda en el Gobierno en la sombra, y Gerhard Schröder, encargado de Economía]. ¿No es éste un indicio de debilidad?

R. Una dirección sólida necesita un equipo sólido. Toda empresa moderna tiene un equipo fuerte. El éxito surge de la cooperación. Un defecto del sistema de Kohl es que en él las gentes inteligentes e independientes ya no tienen ningún papel.

P. Supongamos que usted resulta elegido canciller. ¿Cuál sería su primera decisión?

R. Me sentaría a la mesa con todas las fuerzas sociales (sindicatos, empresarios) y buscaría con ellos un acuerdo sobre el camino a seguir en la política económica, en la política del mercado de trabajo, en la formación profesional, la investigación y la tecnología.

P. ¿Una acción concertada como en los años sesenta?

R. Esta idea surgida en tiempos de la gran coalición era acertada, pero la situación de Alemania era entonces mucho mejor que la actual. Sobre todo, el paro era mucho menor. Lo que Alemania necesita ahora es ante todo una política económica dinámica, porque de lo contrario no podremos disminuir el desempleo ni asumir nuestra responsabilidad internacional. Alemania tiene que cerrar la brecha entre innovaciones e inversiones, que evidentemente existe. Y, finalmente, Alemania necesita mayor justicia social, porque problablemente este país es más sensible que otros ante las inseguridades y las injusticias.

P. ¿Cómo juzgan su programa los sectores económicos alemanes?

R. Tenga en cuenta que la economía alemana no es equiparable con algunas asociaciones gremiales, de alto rango, cuyos miembros suelen ser miembros activos de la CDU, como es, por ejemplo, el caso de la DIHT [Cámara Alemana de Industria y Comercio]. Yo conozco a muchos empresarios, y ellos no piensan en términos políticos partidistas, sino de manera bastante lúcida y objetiva.

P. ¿Quiere usted fortalecer el papel del Estado en la economía?

R. Yo no tengo una concepción estatalista de la política. El Estado tiene que crear las bases para el buen desarrollo de la economía, pero no puede ocupar el lugar de la iniciativa empresarial. Eso siempre sale mal. Ya hace tiempo que sostengo que grandes inversiones públicas pueden ser financiadas y llevadas a cabo por el sector privado. Nosotros practicamos, eso en mi Estado de Renania-Palatinado.

P. ¿Qué opina usted de la idea del núcleo de Europa expuesta en el reciente documento de los grupos parlamentarios de la Democracia Cristiana?

R. La idea es errada, y no ayuda a nuestros intereses que, precisamente en Alemania, aparezca una señal como la del documento de la CDU-CSU. Esto no sólo con miras a las próximas votaciones en Suecia, Noruega y Finlandia, sino también en consideración a un momento en el que surgen temores por una nueva dominanción alemana en el continente. En la Unión Europea no puede haber miembros de primera y segunda clase. Naturalmente, en campos aislados, habrá distintas velocidades en el proceso de integración europea. Por ejemplo, no todos los países entrarán de inmediato en la unión económica y monetaria, sino que habrá un proceso gradual. Ya antes se le concedieron a España periodos de transición en lo referente a la política pesquera. Pero no debe llegarse a que empecemos a introducir variaciones en la política exterior común y en la política de seguridad. Tampoco en lo referente al medio ambiente o a la unión social. A mí me gustaría, por ejemplo, un mayor compromiso del Reino Unido con la unión social europea. Por lo demás, yo no veo contradicción entre la ampliación y la profundización de Europa. Estamos en una encrucijada: o retornamos a los viejos nacionalismos o creamos un federalismo profundo en Europa.

P. ¿Asumiría un Gobierno socialdemócrata todos los compromisos relacionados con la política exterior y la política de seguridad comunes?

R. Naturalmente. Si yo quiero la integración europea, no puedo pretender que todo se haga a la medida alemana. Sería absurdo. La integración implica que el Estado nacional renuncia a determinados derechos de soberanía. Yo recomendaría no dar prioridad a la cuestión militar en Europa. Eso haría las cosas más difíciles. Para mí, la política exterior es mucho más que política de seguridad, y la integración europea no debería tomarse tanto en un sentido militar. Alemania es un país europeo y debe seguir siéndolo. Tenemos un interés existencial en la. integración europea.

P. ¿Cómo se relacionaría usted como canciller con un Gobierno italiano en el que hay ministros que reclaman abiertamente la herencia de Mussolini?

R. Naturalemente el Gobierno tiene que trabajar con el Gobierno [de Berlusconi]. Pero no debe dar la impresión de que está de acuerdo con la presencia de ministros neofascistas en el Gabinete. Hablaremos con Berlusconil pero no con los otros.

P. ¿En qué piensa usted cuando piensa en Alemania?

R. No me quita el sueño.

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