Un alcalde semiclandestino
Paul Evans no tiene aún 40 años y ya suena como uno de los más inteligentes y dotados políticos del grupo más cercano a Jean-Bertrand Aristide. Se le ve también más equilibrado que el peculiar presidente. Fue elegido alcalde de Puerto Príncipe hace tres anos, pero desde que el golpe le derrocó y puso en la alcaldía a un títere a la medida de Raoul Cédras, ha pasado por una vida difícil. Conocido como Kaplune, que era como se le llamaba en los tiempos en que era actor teatral y escenógrafo, Paul Evans fue torturado en diversas ocasiones, perseguido, amenazado y atentaron contra su vida. Hoy se ...
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Paul Evans no tiene aún 40 años y ya suena como uno de los más inteligentes y dotados políticos del grupo más cercano a Jean-Bertrand Aristide. Se le ve también más equilibrado que el peculiar presidente. Fue elegido alcalde de Puerto Príncipe hace tres anos, pero desde que el golpe le derrocó y puso en la alcaldía a un títere a la medida de Raoul Cédras, ha pasado por una vida difícil. Conocido como Kaplune, que era como se le llamaba en los tiempos en que era actor teatral y escenógrafo, Paul Evans fue torturado en diversas ocasiones, perseguido, amenazado y atentaron contra su vida. Hoy se desliza como un gato en la semiclandestinidad de su casa, en donde docenas de personas velan por su seguridad y filtran a los periodistas que acuden a entrevistarle. De vez en cuando suena el teléfono: son informadores, o el secretarío del presidente exiliado, con quien se mantiene en estrecho contacto.Dice que está bien que Aristide dé las gracias a Bill Clinton. "Pero yo estoy aquí y me parece pronto para que el pueblo haitiano lo haga. Ellos [los norteamericanos] están muy orgullosos de que todo se haya desarrollado sin disparar un solo tiro, pero el propio Clinton había dicho que invadiría si no se marchaban [los militares]. Puedo entender que se aceptara el acuerdo Carter-Cédras para garantizar su desembarco en Haití sin problemas, pero ahora que ya están aquí, tienen toda la fuerza para obligar a los asesinos a marcharse. Será entonces cuando el pueblo haitiano les dará verdaderamente las gracias", afirma.
Evans mantiene contactos con el jefe de la misión norteamericana, con diplomáticos del país ocupante y con otros alcaldes locales, para trazar un plan que garantice la seguridad de la ciudad más poblada de Haití. "Eso quiere decir el derecho a la libertad de expresión, a manifestarse y reunirse. Para tener esos derechos, el pueblo votó a Aristide y para asegurarlos es por lo que están aquí las tropas de EE UU".