25 años federalizando

La reforma federal de 1993 coronó un proceso de 25 años. En 1970 se reconocieron las comunidades lingüísticas, incorporando al Gobierno la paridad de francófonos y neerlandófonos. En 1980 se crearon las regiones administrativas, con competencias económicas provisionales. Ocho años después se convirtieron en definitivas. El año pasado, Bélgica se transformó en un Estado federal, con parlamentos regionales de elección directa y competencias para firmar tratados internacionales. El pragmatismo belga ha resuelto los conflictos de esta competencia compartida especializando a las regiones en los tra...

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La reforma federal de 1993 coronó un proceso de 25 años. En 1970 se reconocieron las comunidades lingüísticas, incorporando al Gobierno la paridad de francófonos y neerlandófonos. En 1980 se crearon las regiones administrativas, con competencias económicas provisionales. Ocho años después se convirtieron en definitivas. El año pasado, Bélgica se transformó en un Estado federal, con parlamentos regionales de elección directa y competencias para firmar tratados internacionales. El pragmatismo belga ha resuelto los conflictos de esta competencia compartida especializando a las regiones en los tratados dentro de Europa y al Gobierno en el resto del mundo. Y ha logrado que no aumente el número de funcionarios de las Administraciones.Es un modelo de "doble federalismo". Por un lado, las regiones (Flandes, Valonia, Bruselas), con tareas y competencias económicas: empleo, investigación aplicada, medioambiente, obras públicas, comunicaciones y transportes, recursos naturales, turismo, sanidad, comercio exterior -compartido- y aspectos internacionales de las competencias exclusivas. Por otra parte, a veces superponiéndose, las comunidades (flamenca, valona, germanófona), que se ocupan del servicio público más vinculado a las personas: lengua, cultura, educación.

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"No somos una excepción en Europa, veremos cómo en el futuro modelos similares se aplican cada vez más", augura Jean Luc Dehaene, apoyándose en la tendencia general a "empujar procesos para que los ciudadanos sientan más cercanos a sus Gobiernos". Para evitar centrifuguismos "se necesita un poder federal fuerte que fragüe el equilibrio entre la unidad y la diversidad. Jos Chabert, flamenco, socialcristiano como Dehaene, ministro de Economía y Política Exterior de Bruselas, añade: "No es un separatismo, sino un federalismo de unión".

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