Cadena de incendios en una decena de municipios contiguos de la sierra norte

Una cadena de incendios con 12 focos próximos arrasó en la tarde de ayer centenares de hectáreas de pinos, robles, encina y monte bajo en una decena de municipios contiguos del área del río Lozoya, en la sierra norte de Madrid. No hubo víctimas. El fuerte viento reinante avivó el fuego. Las llamas alcanzaron alturas de hasta 15 metros. Bomberos y vecinos creen que los incendios, reducidos tras cinco horas de costosa extinción, fueron provocados.Los bomberos de la Comunidad contaron hasta 12 focos de fuego consecutivos y contiguos en una zona que abarca una decena de municipios próximos entre s...

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Una cadena de incendios con 12 focos próximos arrasó en la tarde de ayer centenares de hectáreas de pinos, robles, encina y monte bajo en una decena de municipios contiguos del área del río Lozoya, en la sierra norte de Madrid. No hubo víctimas. El fuerte viento reinante avivó el fuego. Las llamas alcanzaron alturas de hasta 15 metros. Bomberos y vecinos creen que los incendios, reducidos tras cinco horas de costosa extinción, fueron provocados.Los bomberos de la Comunidad contaron hasta 12 focos de fuego consecutivos y contiguos en una zona que abarca una decena de municipios próximos entre sí, vinculados en su mayoría por la misma carretera comarcal (604). Una persona, cuya identidad se desconoce, fue retenida por la Guardia Civil de Lozoyuela al infundir sospechas por su constante proximidad a los focos.

Los municipios más afectados por el fuego fueron los de Alameda del Valle, Garganta de los Montes, El Cuadrón, Navarredonda y Gargantilla de Lozoya, en la margen izquierda de la carretera nacional I (Madrid-Burgos), y Gandulla, Prádena del Rincón y Robledillo de la Jara, cerca de Buitrago, en la margen derecha, en un área de unos, 30 kilómetros.

Tres hidroaviones, cinco helicópteros y al menos un centenar de bomberos, además de centenares de vecinos y veraneantes del área, colaboraron en la extinción del fuego iniciado sobre las 14.30 horas, que abarcaba frentes casi simultáneos de varios kilómetros.

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Jugarse la vida

"Tanto incendio tiene que haber sido provocado"

"¡Se juegan la vida cada vez que atraviesan el fuego!", grita sorprendido un muchacho que recibe sobre el rostro gotas de la fresca lluvia que desde arriba los aparatos vierten. Tras sus arriesgadas evoluciones, los hidroaviones repostan al menos 40. veces sobre la superficie del contiguo embalse de Riosequillo, sobre el Lozoya, para proveerse cada vez de 5.000 litros de agua con los que, después de cinco horas de esfuerzo incesante, lograron dominar las llamas en esa zona.Pedro Martín, de 50 años, regresa fatigado de luchar contra el fuego en Garganta de los Montes. Se seca el rostro del sudor que le impregna y se detiene a descansar sobre la carretera que une este municipio con Rascafría. Sobre la cuneta izquierda señala el comienzo del fuego en esta zona, no lejos de Lozoyuela. El cuartel de bomberos allí instalado recibió sobre las 14.30 el primer aviso de incendio en un paraje boscoso muy próximo. Desde Lozoyuela fueron alertados equipos de los parques de bomberos de Tres Cantos y Alcobendas. Provistos de tanques de agua de 20.000 litros de capacidad, acudieron rápidamente a la zona, transitada por decenas de vehículos de la comunidad autónoma y de la Guardia Civil.

A la Guardia Civil de Lozoyuela acudieron a primera hora de la tarde varios agentes forestales de la Agencia del Medio Ambiente. Allí informaron sobre un individuo, ocupante de un vehículo todoterreno, que fue visto repetidamente en varias zonas donde se reproducía el fuego. El individuo fue trasladado al cuartel de Lozoyuela, bajo la sospecha de ser autor de los incendios, informa la agencia Efe.

A sólo tres kilómetros del fuego recién apagado en Garganta de los Montes, los vecinos de Gargantilla de Lozoya han salido de sus casas y contemplan en silencio las altas llamas que cercenan el bosque que rodea el pueblo avanzando sobre un frente de varios kilómetros. El viento arrastra el humo en dirección a la sierra, mientras las llamas trepan monte arriba en todas direcciones.

"No sé qué habrá sido de los 30 corzos que poblaban este bosque", dice con tristeza Ricardo Hernando, de 37 años, gerente de un restaurante cercano. Los daños forestales y ecológicos no han sido aún evaluados, pero se cree que han sido muy costosos.

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