Tribuna:OPERACIÓN 'FONDOS RESERVADOS' - ROLDÁN, NI VIVO NI MUERTO / 20

Esto es Hollywood

-Nada es comparable a unas buenas pochas a la navarra, un buen chilindrón o el ternasco que guisaban en Casa Rogelio en Calatayud... pero esta comida mora tiene un no sé qué..La comida mora, tal como la llamaba Roldán, había sido y seguía siendo exquisita... los palomos llenos de foie... su más conmovedor referente, aunque ahora Carvalho se entregaba a la gula de los higos repletos de nueces y cocidos en zumo de naranja y azúcar. Abdul presenció complacido, más que secundé, el banquete de Carvalho y Roldán, preocupado por algo que debía ocurrir y al parecer se retrasaba. Los amen...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

-Nada es comparable a unas buenas pochas a la navarra, un buen chilindrón o el ternasco que guisaban en Casa Rogelio en Calatayud... pero esta comida mora tiene un no sé qué..La comida mora, tal como la llamaba Roldán, había sido y seguía siendo exquisita... los palomos llenos de foie... su más conmovedor referente, aunque ahora Carvalho se entregaba a la gula de los higos repletos de nueces y cocidos en zumo de naranja y azúcar. Abdul presenció complacido, más que secundé, el banquete de Carvalho y Roldán, preocupado por algo que debía ocurrir y al parecer se retrasaba. Los amenazadores bailarines de flamenco se habían convertido en solícitos camareros y sumilleres, que pusieron los vinos adecuados para cada plato y sobre todos ellos un glorioso Petrus 1976 al que Roldán hizo ascos porque no estaba fresquito. En bandeja de plata, Armagnac y aguardientes de frutas con la etiqueta Chez Fauchon, y en dos cubos con hielo, Roederer Cristal Rosé a la poca discreción de Roldán, que no bebió otra cosa entre regüeldos y recuerdos de una aerofagia que le acompañaba desde las borracheras de juventud con vino gasificado.

Cuando sonó la música y brotaron las bailarinas entre la vegetación, creyó Carvalho que era el acontecimiento esperado por Abdul, pero seguía al acecho y sólo se le relajó el rostro cuando de los imaginarios bastidores de la derecha emergió un evidente dignatario principal que obligó a la verticalidad a todos los presentes. Era un hombre fuerte, aunque el vestuario deportivo de pijo de Portofimo aligeraba la peligrosidad que emanaba de sus músculos y la sonrisa descomponía en arrugas la cuadratura de sus facciones y hacía levitar la rotundidad de su mostacho. No dijeron su nombre, pero la solicitud con que le ofrecieron un sillón principal era reveladora. El recién llegado señaló condescendiente los restos del festín...

-¿Han cenado bien? En este hermoso lugar todo sabe bien.

-Estaba todo muy rico, excelencia... Si no lo hubiera estado se lo diría. Yo no tengo pelos en la lengua...

Parecía acostumbrado a Roldán, pero la autoridad no estaba dispuesta a contemplar danzas ni a pellizcar higos a la siria o a beber aguardientes, por lo que Abdul, interpretando sus deseos, dio una palmada y Roldán fue el primero en levantarse. Abrió camino el anfitrión, seguido por el recién Degado, y todos los demás atravesaron la puerta de la casa para acceder a lo que semejaba un inmenso plató iluminado en el que se reproducía el rincón de una vetusta aldea ocupada por dos bandos enfrentados que Carvalho creyó reconocer como moros y cristianos de las tradicionales fiestas celtibéricas recordatorios de la Reconquista. Actores y figurantes permanecían inmovilizados, a la espera de que se sentaran los visitantes, menos Roldán, que asumiendo protagonismo de presentador se situó entre los dos bandos y empezó a dar explicaciones.

-Excelencia. Va a comenzar un hecho histórico en la cinematográfica siria, bajo la protección de Hafez al Hasad, el rodaje de mi versión de una pieza gloriosa del folclor aragonés, el dance en el que se reproducen los pleitos entre moros y cristianos, pero adaptados al nuevo orden internacional, en el que no tiene sentido la tradicional condición de perdedores de los moros, por ejemplo... A una señal de Roldán, un general cristiano se adelantó ante la cámara todavía silente.

General cristiano: 20.000 cristianos vienen / sin confiar en los que aquí estamos; / mira cuándo venceréis / la fuerza de los paganos.

General moro: Aunque vengáis 10.000 / cristianos todos armados, / no tenemos vuestras fuerzas / con el auxilio y amparo / de nuestro Dios verdadero.

General cristiano: Ea, cristianos valerosos, / preveníos, preparaos / para pasar a desagüeldo / a estos infames malvados.

Tomó el general moro la espada y la alzó al cielo:

General moro: Asistidme, gran Mahoma, / que aunque vengan más cristianos / que tiene rayos el sol / quedarán despedazados.

Se inclinó el general moro, también Roldán y todos aplaudieron, vitorearon, incluso jalearon con iolés! lo sucedido. Luego estudiaron la expresión de la enigmática autoridad, y si no era de gusto tampoco era de disgusto. Finalmente hablé la esfinge.

-Je crois qu'il manque un certain touche brechtien...

Cabeceaba Abdul totalmente de acuerdo, y Roldán, perplejo, se volvía hacia Carvalho.

-¿Qué ha dicho?

-Que es poco brechtiano.

Archivado En