Cartas al director

Selectividad

Parece increíble que un insignificante examen, a simple vista, como fue el del 28, de lengua y comentario de texto, haya dado tanto de que hablar. (Y quizá más. aún después de este testimonio).En un principio, los problemas por la fusión del comentario de texto y lengua en un único examen. Más tarde, cuando parecía que se habían calmado las aguas... ¡Oh, Dios! cuán garrafal fue el error de proponer un examen tan impreciso y deleznable. Con lo que, tras el examen, se volvieron a exhalar las quejas.

Pero no todos los exámenes de esta mañana fueron tan peculiares como el que tuvo lugar en ...

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Parece increíble que un insignificante examen, a simple vista, como fue el del 28, de lengua y comentario de texto, haya dado tanto de que hablar. (Y quizá más. aún después de este testimonio).En un principio, los problemas por la fusión del comentario de texto y lengua en un único examen. Más tarde, cuando parecía que se habían calmado las aguas... ¡Oh, Dios! cuán garrafal fue el error de proponer un examen tan impreciso y deleznable. Con lo que, tras el examen, se volvieron a exhalar las quejas.

Pero no todos los exámenes de esta mañana fueron tan peculiares como el que tuvo lugar en el aula 405 de la Universidad Complutense en la Facultad de Derecho.

Mientras los audaces alumnos de COU del colegio San Pablo CEU (Monteprincipe) se disponían a descifrar el entramado que encerraba el susodicho examen... un volátil animalito se introdujo por una de las ventanas del aula. ¿Sería el Espíritu Santo que venía a echarles una mano? -como. sugirió una de las catedráticas presentes-.

Dicha ave sobrevoló las azoteas de los 97 estudiantes. Tal y como si de, la película de Cazafantasmas se tratase, en este caso Cazapájaros. Apareció el equipo de mantenimiento de la facultad, dispuesto a hacer lo imposible por alejar al pájaro del aula. Pero cuál fue su sorpresa cuando encontraron otro acompañante a dicho animal. Más que un examen de selectividad eso podía parecer una reunión de bufones para amenizar los malos tragos de la maldita selectividad.

Finalmente fueron los mismos animales los que optaron por marcharse "por donde Dios les había traído". Si ya de por sí era risible el examen, más nos resultó con esta anécdota-.

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