No amarlo, ni dejarlo

"Haití. Love it or leave it" (Haití, ámalo o déjalo), dice una pegatina en la puerta del Ministerio de Información. Pero millares de desencantados y desesperados haitianos encuentran cada vez más difícil seguir la consigna. Medidas más estrictas por parte norteamericana contra quienes piden refugio y lo que activistas de derechos humanos y los propios haitianos califican de tácticas de escuadrones ultras para cortar de raíz la huida del país han reducido drásticamente el número de refugiados.Los haitianos acomodados tomaron el sábado los últimos aviones antes de la entrada en vigor del ...

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"Haití. Love it or leave it" (Haití, ámalo o déjalo), dice una pegatina en la puerta del Ministerio de Información. Pero millares de desencantados y desesperados haitianos encuentran cada vez más difícil seguir la consigna. Medidas más estrictas por parte norteamericana contra quienes piden refugio y lo que activistas de derechos humanos y los propios haitianos califican de tácticas de escuadrones ultras para cortar de raíz la huida del país han reducido drásticamente el número de refugiados.Los haitianos acomodados tomaron el sábado los últimos aviones antes de la entrada en vigor del embargo al tráfico aéreo, pero para la paupérrima mayoría la única salida es lanzarse al mar.

La pasada semana, los guardacostas recogieron de las aguas caribeñas entre 13 y 56 haitianos, según los días, aunque alguno hubo en que no avistaron a nadie. Una historia muy diferente a las 3.200 personas rescatadas el 4 de julio, tres días antes de que Washington cambiara sus normas y señalara que los sacados del mar no tenían derecho a pedir asilo en EE UU y les ofreciera o ser devueltos a Haití o ser enviados a un tercer país. "Los americanos no hacen eso con los cubanos. ¿Por qué nos lo hacen a nosotros?", se pregunta Marie-Josée, de 25 años, sentada en el muelle de Puerto Príncipe y pendiente de si el guardacostas Tahoma devuelve a tierra a algún conocido.

Fuentes de organizaciones humanitarias y diplomáticos comentan que el régimen parece haber dado órdenes de que se impida el éxodo. "El Gobierno es consciente de que nada alentará tanto una invasión como una oleada de refugiados haitianos", comenta una de esas fuentes.

A pesar de todo, todavía hay miles de personas que se la juegan, echándose al mar en precarias embarcaciones que han dejado cientos de ahogados al hundirse en lo que va de año. "Nunca dejarán de intentarlo", advierte Eric, de 33 años, sin trabajo. "La gente tiene hambre".

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