Reportaje:EL RASTRO PERDIDO: VILLAVIEJA DE LOZOYA

Mozárabes, carreteros y Martines

En Villavieja de Lozoya (161 habitantes) están revisando su historia. Hasta hace poco, los vecinos creían que el pueblo había surgido en torno a unas rústicas construcciones de piedra levantadas por los pastores trashumantes del siglo XVII. Sin embargo, dos curiosos descubrimientos obligan a los villaviejanos a replantearse sus orígenes: en mitad del casco urbano ha aparecido una puerta mozárabe de ladrillo policromado del siglo X, que invalidaría la teoría de que Villavieja fue levantada hace sólo tres centurias. Pero, además, otra revelación hará preguntarse por su origen exacto a cas...

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En Villavieja de Lozoya (161 habitantes) están revisando su historia. Hasta hace poco, los vecinos creían que el pueblo había surgido en torno a unas rústicas construcciones de piedra levantadas por los pastores trashumantes del siglo XVII. Sin embargo, dos curiosos descubrimientos obligan a los villaviejanos a replantearse sus orígenes: en mitad del casco urbano ha aparecido una puerta mozárabe de ladrillo policromado del siglo X, que invalidaría la teoría de que Villavieja fue levantada hace sólo tres centurias. Pero, además, otra revelación hará preguntarse por su origen exacto a casi la mitad de su población. Hace casi cincuenta años, una permuta de apellidos entre las dos principales familias del municipio (los Carretero y los Martín), hizo que una buena parte de los habitantes no lleve actualmente sus patronímicos originarios.Hace dos años, al ser derribada una casa de piedra, entre sus muros apareció una puerta mozárabe de más de dos metros de altura fechada aproximadamente en el siglo X. Está construida en ladrillo rojo y se encuentra en perfecto estado de conservación. Su descubrimiento podría explicar el nombre del municipio, ya que nadie entendía cómo, podía llamarse Villavieja a un pueblo con sólo tres siglos de antigüedad y que además no es villa.

La Comunidad de Madrid ya ha comenzado a estudiar el extraño hallazgo, que ha sido protegido con un techo de uralita y algunos ladrillos para evitar su derrumbe. El Ayuntamiento, cuando acaben los estudios, tiene en proyecto construir una hospedería en el lugar para intentar aumentar el turismo en la zona.

En cuanto al otro descubrimiento, más de la mitad de los actuales villaviejanos proceden de las familias Carretero y Martín. "Pero lo curioso es que la mayoría no lleva su verdadero apellido", afirma León Álvarez, de 80 años y antiguo secretario municipal. "En los años veinte, el sacerdote Manuel Castro convenció a las dos familias que entonces constituían el pueblo para que intercambiasen sus apellidos: algunos aceptaron y otros no. Aquí hay hermanos con distintos patronímicos. La mayor parte de la gente que se llama Carretero es Martín, y viceversa. ¡Un verdadero lío!", dice.

León Álvarez, que no recuerda las causas que llevaron al sacerdote a tal permuta, rememora la gran cantidad de pleitos originados por esta razón tras el final de la guerra civil. "Lo mejor es dejarlo como está, ya que muchos ni lo saben", termina.

El tío Victorino, de 88 años, confirma esta historia: "Ya ni me acordaba, pero es verdad que hubo un cambio de apellidos entre las familias Carretero y Martín. Hermanos de sangre no tenían los mismos apellidos. Muchos se marcharon a vivir a Buitrago de Lozoya y la historia terminó por olvidarse. Me imagino que sus descendientes desconocen por completo este cambio". El tío Victorino también desconoce la razón por la que se produjo la permuta de apellidos.

La alcaldesa, Teresa Domingo Martín, añade: "A lo mejor, por el embrollo que montaron los hombres en aquellos tiempos, ahora en el pueblo gobiernan las mujeres". En Villavieja, la alcaldía, la secretaría municipal, el juzgado y los servicios, de limpieza están en manos femeninas. Con el 60% de las calles sin asfaltar, un creciente número de desempleados y un presupuesto cercano a los cincuenta millones de pesetas, Teresa Domingo se queja de la poca atención que la Administración presta a los municipios de la sierra. "Este pueblo necesita sobre todo trabajo e inversiones. La población envejece progresivamente y la escuela municipal tuvo que ser cerrada hace algunos años por falta de niños".

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Los villaviejanos trabajan en la ganadería, la construcción y el turismo. En verano el pueblo triplica su población. "Pero esto no es una solución, porque el resto del año el municipio está vacío. Cuando acabaron las obras de mejora de la carretera que nos une con Buitrago, la poca gente que tenía empleo volvió a quedarse en paro. El pueblo está en crisis", afirma Teresa Domingo.

En este municipio sólo hay un bar, un pub y un estanco. Carecen de farmacia, "aunque estamos en tratos con el boticario de Buitrago para que abra aquí una dependencia", afirma la máxima responsable del Consistorio. El pueblo cuenta con un pequeño parque, un frontón y varias urbanizaciones ilegales.

Dentro del término municipal, en pleno valle del Lozoya y entre frondosos bosques de pinos, han surgido cientos de chalés sin regularizar. Es el único crecimiento del pueblo, cuyas arcas no tienen déficit.

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