RELEVO EN LA UE

Disciplina inglesa, disciplina española

El Parlamento Europeo destiló ayer disciplina inglesa por todos sus poros. No sólo por los azotes al Consejo de Ministros y los cariñosos cachetes al candidato, sino por el relevante papel jugado por los diputados británicos. También hubo disciplina española, eso sí, peculiar, pero suficiente como para permitir la supervivencia política de Jacques Santer.Los tories se ciñeron como un solo hombre en defensa de Santer para evitar una reprobación que habría acabado volviéndose en contra del primer ministro del Reino Unido, el conservador John MaJor, uno de los grandes causantes del malestar de lo...

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El Parlamento Europeo destiló ayer disciplina inglesa por todos sus poros. No sólo por los azotes al Consejo de Ministros y los cariñosos cachetes al candidato, sino por el relevante papel jugado por los diputados británicos. También hubo disciplina española, eso sí, peculiar, pero suficiente como para permitir la supervivencia política de Jacques Santer.Los tories se ciñeron como un solo hombre en defensa de Santer para evitar una reprobación que habría acabado volviéndose en contra del primer ministro del Reino Unido, el conservador John MaJor, uno de los grandes causantes del malestar de los europarlamentarios, por vetar en Corfú a su homólogo belga Jean-Luc Dehaene. Igualmente disciplinados se mostraron los laboristas británicos, decididos a poner en evidencia a Major votando no después de que su brillante portavoz, Pauline Green, se preguntara qué beneficios había obtenido el Reino Unido con el veto, una medida reservada para la defensa de los intereses nacionales de los Estados miembros.

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Actitud definitiva

La disciplina española tuvo un poco de todo. Los eurodiputados del PSOE rompieron la del grupo parlamentario por entender que su primer deber está con el partido, defensor del sí. Su actitud ha sido, al final, definitiva. Los 22 votos de diferencia obtenidos por Santer equivalen a los 22 escaños de los socialistas españoles. Sólo uno rompió la disciplina: la veterana Carmen Díez de Rivera se dio el gusto de abstenerse. Otro tampoco cumplió: el presidente del grupo, Fernando Morán, prefirió viajar a Madrid para ocuparse de la tormenta que vive su grupo y se perdió la votación. También votaron en blanco el nacionalista catalán Carles Gasòliba y el belga Leo Tindemans, la única nota disonante en la férrea disciplina del Partido Popular Europeo (PPE).

Santer acabó obteniendo 156 votos del Partido Popular Europeo, 45 de los socialistas (españoles, portugueses y griegos), 26 del grupo de Berlusconi, 22 del grupo de la derecha francesa, ocho de los liberales, seis de los neofascistas italianos de Alianza Nacional y uno de los Verdes. Votaron en su contra 140 socialistas- (laboristas ingleses y socialdemócratas alemanes a la cabeza), 24 liberales (sobre todo belgas y holandeses), 21 de la Izquierda Europea (ex-omunistas españoles, griegos, italianos y portugueses), 18 de los radicales que comanda el francés Bernard Tapie, 17 de los verdes, 11 de la ultraderecha de Le Pen y siete del frente anti-Maastricht de Philippe de Villiers.

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