De héroes a villanos

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En los autobuses, camino del trabajo, caras. largas. Ayer había poco entusiasmo en las esquinas céntricas de Bogotá, donde ya pasó la temporada de ofertar pelucas rubias de Carlos El Píbe Valderrama, que en lo que duró el partido Colombia-Estados Unidos pasó de héroe a villano. El licor comprado clandesdnamente -en la capital se decretó ley seca para prevenir los disturbios que generaría un triunfó- se consumió para ahogar la derrota. Los índices de accidentalidad y casos de urgencia en los hospitales disminuyeron. La mayoría se había recogido en sus casas, frente al televisor, a la espera de un gran espectáculo que en el transcurrir de los 90 minutos reglamentarios se tradujo en drama. No se escucharon bocinas de automóviles y nadie parecía tener ánimo para celebrar el gol tardío de Adolfo El Tren Valencia, en el epílogo del encuentro.Por la noche la ciudad estaba desierta. El ritual del Mundial había concluido. Maturana reconocía la dificultad de clasificarse. La reducción de la jornada laboral en muchas oficinas y el cierre temprano de los comercios quedaban desvirtuados.

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