48 jefes de Estado en una fiesta con pompa y colorido tribal

El auditorio con el que se encontró Nelson Mandela componía una colorista masa. Decenas de delegaciones internacionales -42 jefes de Estado- tuvieron a gala acudir vestidas con sus trajes tradicionales. A ellas se sumó la pluralidad de estilos de los propios invitados surafricanos, entre los que por primera vez en una toma de posesión presidencial se vieron trajes de fiesta tribales.La ceremonia de traspaso de poderes debía empezar a las 11, pero los invitados -entre ellos la primera dama de EE UU, Hillary Clinton, y el vicepresidente Al Gore; el presidente de Israel, Ezer Weizman, y los prínc...

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El auditorio con el que se encontró Nelson Mandela componía una colorista masa. Decenas de delegaciones internacionales -42 jefes de Estado- tuvieron a gala acudir vestidas con sus trajes tradicionales. A ellas se sumó la pluralidad de estilos de los propios invitados surafricanos, entre los que por primera vez en una toma de posesión presidencial se vieron trajes de fiesta tribales.La ceremonia de traspaso de poderes debía empezar a las 11, pero los invitados -entre ellos la primera dama de EE UU, Hillary Clinton, y el vicepresidente Al Gore; el presidente de Israel, Ezer Weizman, y los príncipes de Asturias y de Edimburgo- comenzaron a llegar al Union Buildings a las siete de la mañana y no acabaron de hacerlo hasta el filo del mediodía. Fue precisamente entonces cuando hizo su aparición Fidel Castro, vestido con su característico traje verde militar. El líder cubano fue recibido como un héroe por una buena parte de quienes habían sido acomodados en el fondo del anfiteatro. Un largo aplauso y miles de voces: 11 ¡Viva Castro, viva Castro!", clamaron su llegada.

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Ese mismo sector también había gritado eufórico un poco antes cuando vio entrar a Yasir Arafat. El líder palestino fue, sin duda, una de las estrellas de la jornada. La presencia de Arafat incitó a la orquesta militar, alternando con varios coros negros que amenizaban la espera, a atacar el Night in Tunicia, de Duke Ellington.

Dos himnos nacionales

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La ceremonia comenzó con el cántico de los dos himnos nacionales: el africaan Die Stem (La Llamada), considerado por muchos negros como el símbolo del apartheid, y el Nkosi Sikelele ¡Africa (Dios bendiga a África), hasta ahora el canto de la liberación negra.

Los dos vicepresidentes ejecutivos, Thabo Mbeki y Frederik W. de Klerk, que también juraron ayer sus cargos, acudieron acompañados de sus respectivas esposas. Mandela lo hizo de la mano de su hija mayor, Zinzi, aunque Winnie, de quien está separado, tuvo finalmente acceso al podio presidencial. Winnie sufrió, según, comentaban quienes la vieron de cerca, por verse relegada del sueño de ser la primera dama.

Para muchos surafricanos negros, saturados, ya de tantas jornadas históricas, lo mejor de la de ayer fue que resultó muy festiva. A la ceremonia oficial, que duró una hora, siguió en la misma Pretoria un concierto de música. Luego todo el interés se desplazó a Johanesburgo, al partido de fútbol amistoso disputado entre las selecciones de Zambia y Suráfrica, que ganó el equipo local en presencia del flamante presidente.

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