Los dueños de cines tendrán más facilidad para convertir las salas en otros negocios

Ni ocio, ni negocio. Son los 43 cines clausurados por sus dueños, que, en la mayoría de los casos, no pueden dedicar los locales a otro uso que no sea cultural, por establecerloasí el planeamiento urbano. Pero la película está a punto de cambiar: el Ayuntamiento estudia liberar de tal obligación a buena parte de las salas, que podrían cambiar la cartelera por el centro comercial u otro uso. "Con loscines de barrio tendremos la máxima sensibilidad", anuncia el concejal de Urbanismo. El negocio ha perdido cuatro millones de espectadores en diez años, pero ya remonta. Y en la periferia nacen nuev...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ni ocio, ni negocio. Son los 43 cines clausurados por sus dueños, que, en la mayoría de los casos, no pueden dedicar los locales a otro uso que no sea cultural, por establecerloasí el planeamiento urbano. Pero la película está a punto de cambiar: el Ayuntamiento estudia liberar de tal obligación a buena parte de las salas, que podrían cambiar la cartelera por el centro comercial u otro uso. "Con loscines de barrio tendremos la máxima sensibilidad", anuncia el concejal de Urbanismo. El negocio ha perdido cuatro millones de espectadores en diez años, pero ya remonta. Y en la periferia nacen nuevas fábricas de sueños.

Más información

En Madrid hay poco más de un centenar de cines (el Ayuntamiento contabiliza 106 salas y considera como unidad a los multicines), pero sólo 63 están abiertos. Los otras 43 permanecen cerrados: el negocio ha dejado de ser rentable para ellos.En muchos casos los propietarios se han quedado atrapados en el patio de butacas, sin poder alzar el telón para nuevas actividades: el Plan General de Ordenación Urbana de 1985 impedía prácticamente la desaparición de los cines etiquetados como de uso dotacional de ocio, un marchamo que el concejo socialista repartió con profusión.

El Ayuntamiento, embarcado ahora en la redacción de nuevas normas urbanísticas, estudia cómo resolver el problema: "Es absurdo que se pretenda mantener unos usos que la ciudad no demanda", argumenta el concejal de Urbanismo, José Ignacio Echeverría. Por eso, anuncia la liberalización al máximo de los locales de cine que no estén catalogados arquitectónicamente". La medida tendrá que esperar al año que viene, cuando entre en vigor el nuevo plan de ordenación, explica el edil del Partido Popular.

"Sitios de marginación"

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Echeverría está convencido de que "no lleva a ningún sitio mantener los cines cerrados". "Se convierten en lugares de abandono y marginación", apostilla. La solución no es otra que "flexibilizar". "Queremos alejarnos del determinismo. La ciudad demanda ciertos servicios. Nosotros garantizaremos que, de acuerdo con la población, se hagan. Es absurdo que haya seis teatros en una calle y estén todos abandonados", señala.

El concejal adelanta que se podrían autorizar derribos de cines no catalogados. "Pero la mayoría ocupa patios de manzana", advierte.

En la Oficina Municipal del Plan, Luis Rodríguez Avial, su director, tiene la papeleta encima de la mesa. 'Tos cines cerrados no son una solución", coincide. La pantalla sólo tiene uso cultural si se proyecta sobre ella, pero en las salas cerradas hay más polvo que cultura: ni ocio, ni negocio.

"Queremos adoptar una postura flexible y realista ante el futuro", continúa Rodríguez Avial. Sin embargo, esboza medidas más cautelosas que la doctrina del concejal del ramo. Una de las que se barajan con fuerza es "la autorización del cambio de uso, aunque tenga que ser compatible con un uso residual mínirno". Esto se traduciría, por ejemplo, en que se podría instalar un centro comercial en un antiguo cine siempre que se ubicara también una minisala.

La postura, "flexible y realista", tendrá también en cuenta la ubicación de los cinematógrafos. "En algunos sitios no hay razón para mantener los cines", añade Avial. El Ayuntamiento ya abrió ligeramente la mano en la reconversión de salas en 1988. A comienzos de la década pasada había en la región 358 salas, de las que estaban abiertas 283.

"Especulación"

Las intenciones de los populares del Ayuntamiento caen como un jarro de agua fría en la oposición, sobre todo en Izquierda Unida. "Ésa es la política urbanística del PP: derribar teatros, cines, y permitir que se especule con el derecho al ocio y a la cultura de los madrileños. Para ellos la diversión tiene que ser de pago", critica el portavoz adjunto de IU, Franco González.

Este concejal de la oposición propone una alternativa para los cines cerrados. "En lugar de permitir que se derriben y favorecer que las salas se conviertan en hamburgueserías, hay que ayudar económicamente a los cines y a los teatros".

En las filas socialistas también se oyen críticas a la iniciativa municipal. "No nos parece prudente abrir la mano. Ya hay un máximo de flexibilidad para los cines", asegura el encargado de Urbanismo, José María de la Riva. Partidario de restringir todo lo posible el cambio de uso de los locales con pantalla, propone que, en caso de autorizarlo, "el 50% de las plusvalías revierta sobre la ciudad". El edil está convencido de algo: "Si eso sigue adelante, cerrarán todos los cines, porque cualquier cosa es más rentable".

"Si fuera cierto que al final nos dejan cambiar los usos, sería maravilloso", afirma José del Villar, uno de los responsables de la Federación de Empresarios de Cine de España. Sin embargo, el negocio ha pasado de ir muy mal a marchar "estupendamente", dice, pero argumenta que las viejas salas cerradas tienen difícil competir. La única salida pasa por la reconversión en multicines si existe demanda en la zona.

El decenso de los espectadores (cuatro millones menos que hace una década, pero dos millones más desde 1991) se ha cebado especialmente con los cines de barrio. No es sólo la competencia de la televisión. Los clientes son menos y también exigen más.

"Los cines de una sola pantalla desaparecen en los barrios", señala Ricardo Evole, copropietario de 49 locales, todos ellos multisalas. Esta muerte se debe a la falta de competitividad en oferta, variedad y comodidad, señala. Además, de forma creciente, el cine va de la mano de una "opción de ocio más amplia", que a menudo incluye las compras.

Se impone, incluso en la periferia de la capital, la posibilidad de dejar el coche, ver escaparates y elegir entre varias películas sin salir del sitio.

El cine vuelve a ser rentable, pero según y cómo.

Vuelve el negocio

El cine vuelve a ser negocio. "Desde 1991 ha empezado a crecer tanto el número de espectadores como el de salas", señala José del Villar, uno de responsables de la Federación de Empresarios de Cine de España. Sin embargo, "las salas no ganan más que antes", puntualiza otro propietario, Ricardo Evole.Este renacimiento va de la mano de un público "cada vez más selectivo", según Del Villar. De las 150 pantallas que existen en Madrid y los municipios de la periferia, "unas 40" proyectan cintas en versión original.

La televisión no ha apagado del todo la estrella del cine... Al menos sí, se agrupa en una oferta de ocio más amplia o se agrupa en multisalas. La construcción de un minicine cuesta unos 200 millones de pesetas, según los empresarios. El éxito de La Vaguada es un ejemplo del que se ha tomado buena nota, también en la periferia. Se da el caso de municipios como Pozuelo de Alarcón, que tiene ahora más salas que antes de la crisis.

El tirón comercial parece haber ayudado igualmente a la construcción de un nuevo edificio con 15 salas dentro de la M-30. "Es una oportunidad única construir un cine de nueva planta en Madrid", dice uno de sus arquitectos, Julián Colmenares. Lo levantará la empresa francesa Unión General de Cinematografía en Méndez Álvaro, a dos pasos de un centro comercial. A la vista de proyectos como éste, los empresarios se dicen preocupados. "El 10% de las pantallas está en manos de multinacionales", apunta Del Villar.

Archivado En