Cinco grandes organizaciones controlan el mercado del tabaco de contrabando

Cinco bandas controlan el mercado del tabaco de contrabando en la Comunidad de Madrid. Para estas organizaciones, de estructura piramidal, trabajan, entre financieros, distribuidores y almacenistas, al menos 70 personas, segun cálculos del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA). Esta plantilla -a la que se suman los vendedores tradicionales- ha ampliado en los últimos años su campo de acción con el reclutamiento de inmigrantes ¡legales para las tareas de calle. Prueba de la extensión del problema la dan los 14 detenidos por delitos de contrabando y las 2.344.668 cajetillas incautadas -con un va...

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Cinco bandas controlan el mercado del tabaco de contrabando en la Comunidad de Madrid. Para estas organizaciones, de estructura piramidal, trabajan, entre financieros, distribuidores y almacenistas, al menos 70 personas, segun cálculos del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA). Esta plantilla -a la que se suman los vendedores tradicionales- ha ampliado en los últimos años su campo de acción con el reclutamiento de inmigrantes ¡legales para las tareas de calle. Prueba de la extensión del problema la dan los 14 detenidos por delitos de contrabando y las 2.344.668 cajetillas incautadas -con un valor de 594 millones de pesetas- desde enero de 1993 a marzo pasado.

El Servicio de Vigilancia Aduanera, dependiente del Ministerio de Hacienda, considera a la Comunidad de Madrid como punto final de la ruta del tabaco de contrabando. "Aquí, a diferencia de Cataluña, Galicia o Andalucía, el tabaco no se distribuye a otras comunidades, sino que se queda para su venta", señaló el coordinador regional del SVA, Alberto Thiery.Este mercado de fin de viaje está básicamente en manos de cinco grandes organizaciones. En los márgenes se mueven pequeños grupúsculos, en su mayoría formados por miembros de las escalas intermedias -como almacenistas y distribuidores-, que, con el paso del tiempo, han decidido convertirse en sus propios jefes.

Este fenómeno, en opinión del SVA, ha coincidido en el tiempo con la entrada de los inmigrantes ilegales en la venta directa, que se han sumado a los expendedores tradicionales -esquineros, restaurantes, discotecas, quioscos, e incluso amas de casa-.

La otra cara de la moneda la constituyen las grandes bandas que se mueven fuera de la Comunidad de Madrid y que, según el SVA, tienen residencia en Galicia y Andalucía. Esta organizaciones, escasas, introducen la mayoría del tabaco de contrabando en España y, según un portavoz de Hacienda, lo dejan en las proximidades de la Comunidad. "Una vez allí, entran en acción las organizaciones madrileñas, que, a su vez, traen mercancía por sus propios medios", añadió.

Ante esta proliferación, el SVA, que dispone de 40 funcionarios para toda la región, ha ampliado este mes con el resto de policías locales de la Comunidad el acuerdo de colabora ción cerrado el año pasado con los agentes de Madrid.

Calibre 38

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El objetivo de esta iniciativa es liberar del menudeo callejero a los especialistas de Hacienda -armados con revólveres del calibre 38- y que sean los poli cías locales quienes ataquen la base de esta pirámide delictiva.En este contexto, uno de los escollos de la lucha policial re side en que los vendedores nunca llevan encima los cartones de tabaco suficientes como para que su tarea sea delictiva.

"Como mucho, pagan una multa y ya está. Forma parte de sus gastos de explotación", comentó un agente municipal que dirigió la desarticulación el pasado sábado de una red que ocultaba 10.000 cajetillas en una almacén de Usera.

"Hay que reprimir, pero sobre todo los escalones superiores", indicó el coordinador del SVA. Este objetivo incluye desmantelar los caminos labrados por los contrabandistas para burlar la vigilancia aduanera. La mercancía que pulula por las calles de Madrid tiene varios orígenes. La más empleada parte de Amberes (Holanda) En esta ciudad se hallan los almacenes francos de las grandes companías estadounidenses -de hecho, los cigarillos más solicitados en el mercado negro son de las marcas Camel, Marlboro y Winston-.

Para transportar el tabaco comprado en dichos almacenes a un precio inferior al de mercado, los contrabandistas solicitan un documento de tránsito desde Amberes hasta un país africano en cuyo trayecto figure España. Las organizaciones pagan una garantía que cubre los aranceles. Posteriormente, según el SVA, el camión deposita la mercancía en algún almacén de Madrid y siguen su ruta hasta el país africano. "Allí consiguen a bajo precio un tornasello que justifica la entrega de un material inexistente o bien lo falsifican", afirmó un experto del SVA, quien se quejó de la falta de medios para controlar estos camiones.

"Somos 40 y todos los días pasan unos 18 tránsitos de tabaco. Pero, además, hay que vigilar los transportes de carne, azúcar..., de todo producto que aporte beneficios de exportación", agregó. Las otros puntos de salida son los países del Este -básicamente Rumania, Hungría y Bulgaria- y Andorra -un mercado controlado por cuatro familias-.

Pingües beneficios

La operación arroja pingües beneficios. El primero aparece a simple vista en las propias cajetillas: carecen del preceptivo precinto de la Fábrica de la Moneda y Timbre que certifica el pago del impuesto de tabaco.A esta ventaja se añade su menor precio de mercado. Un paquete de rubio de marca -por ejemplo, Marlboro- cuesta en Madrid entre las 160 y las 180 pesetas, frente a las 270 pesetas del oficial. Las estimaciones de Tabacalera señalan que uno de cada cinco cigarrilos rubios fumados en Espana procede del contrabando.

Este dinero, opaco a la fiscalización de Hacienda, es el que nutre a las organizaciones madrileñas. Sobre la composición de las bandas -de unos 12 a 20 personas cada una, sin contar vendedores-, el SVA indicó que, a diferencia de otras regiones, carece de vertebración familiar, aunque el número de reincidentes es elevado.

Mientras los grandes movimentos caen bajo la batuta de financieros internacionales que nunca tocan la mercancía, una vez llegado el tabaco a Madrid pasa a manos del siguiente escalón: los almacenistas, mayoritariamente ubicados en polígonos de las afueras de la capital. Entran en juego entonces los distribuidores, que aprovisionan a los puntos de ventas.

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