Tribuna:

Mafiosos de pisos

Rimbaud conocía una fórmula secreta para implantar un lenguaje poético universal en el que todo el mundo nos entendiéramos y todo eso. Bueno, pues yo conozco un método para hacerse con pisos baratos. Ni PSV, ni Plan 18.000 -¿se acuerdan de este plan municipal?-, ni Plan 460.000 -y de este otro, gubernamental, ¿se acuerdan?-, ni Pinto Fontán -por cierto, hombre, ¿dónde se esconde el Jaguar de Mohedano?-, ni nada que se le parezca. Lo mío es mejor. Cien casas al mes, buenas, bonitas y baratas, en Madrid. ¿Cómo conseguirlas por menos de 10 millones?: arrebatándoselas a los subasteros de pisos. ¿Y...

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Rimbaud conocía una fórmula secreta para implantar un lenguaje poético universal en el que todo el mundo nos entendiéramos y todo eso. Bueno, pues yo conozco un método para hacerse con pisos baratos. Ni PSV, ni Plan 18.000 -¿se acuerdan de este plan municipal?-, ni Plan 460.000 -y de este otro, gubernamental, ¿se acuerdan?-, ni Pinto Fontán -por cierto, hombre, ¿dónde se esconde el Jaguar de Mohedano?-, ni nada que se le parezca. Lo mío es mejor. Cien casas al mes, buenas, bonitas y baratas, en Madrid. ¿Cómo conseguirlas por menos de 10 millones?: arrebatándoselas a los subasteros de pisos. ¿Y de qué manera? Ah... amigo.Tal que ayer denunciaba una juez en este periódico la impunidad con que estos seres se confabulan para comprar pisos baratos en los Juzgados de Plaza de Castilla. Pedía la colaboración del Ayuntamiento y la Comunidad. Lo lleva claro la juez. Cuando denunciamos en estas páginas, tiempo ha, los mecanismos con que actúan estos personajes abominables no llamó ninguna autoridad para interesarse por el problema. Tan sólo lo hicieron abogados a punto de casarse que, conociendo como conocen los resortes jurídicos, querían comprar un piso baratito. Y también unos vecinos de Leganés a los que iban a expropiar y querían pujar por sus pisos sin que los subasteros alterasen el precio de las cosas. Se enfrentaron a ellos y compraron sus pisos por unos cuatro millones de pesetas cada uno. Y también llamó Carlos Sotos, el ex gerente de PSV. Quería trazar un plan para acabar con la mafia de un plumazo y hacerse con una remesa de pisos para la gente humilde. Eso dijo.

No hay mayor injusticia social o al menos tan palpable. Imagínense que un juez viese todos los días violaciones y robos ante sus narices sin poder hacer nada. Pues bien, los subasteros ricaban impunemente ante la mirada de los magistrados.

Con dos semanas de antelación, estos mafiosos conocen qué piso va a salir a subasta, cuánto vale, dónde está enclavado y si tiene bicho, que es como llaman ellos a los inquilinos en vías de desahucio.

¿La solución?: distribuir todos esos datos de pisos a subastar en los periódicos, procurar que se sienten políticos con asociaciones de jueces... Yo qué sé; en realidad no tengo ninguna solución, sino ganas de encontrarla, que es lo que les falta a Álvarez del Manzano y Leguina.

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