Monjas tutsis pedían a los belgas que les dispararan para no morir a machetazos

"Cuando los soldados belgas vinieron a rescatamos, estaban con nosotras cuatro hermanas ruandesas. Al final, a las españolas nos evacuaron, pero a ellas no. Las dos hermanas tutsis pedían a los soldados que les pegaran un tiro allí mismo, en el aeropuerto; les decían que lo que no querían era morir con el machete. La del machete es una muerte terrible, van dando golpes hasta llegar a la yugular". Así refería María Pilar Crousielles, de la congregación de Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, recién llegada de Ruanda junto a la hermana María del Carmen Gómez, el drama que acababa de vi...

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"Cuando los soldados belgas vinieron a rescatamos, estaban con nosotras cuatro hermanas ruandesas. Al final, a las españolas nos evacuaron, pero a ellas no. Las dos hermanas tutsis pedían a los soldados que les pegaran un tiro allí mismo, en el aeropuerto; les decían que lo que no querían era morir con el machete. La del machete es una muerte terrible, van dando golpes hasta llegar a la yugular". Así refería María Pilar Crousielles, de la congregación de Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, recién llegada de Ruanda junto a la hermana María del Carmen Gómez, el drama que acababa de vivir.Crousielles trabajaba en la iglesia de Gikoró que apareció ayer en la primera página de EL PAÍS, rodeada de cadáveres. "He visto niños con la cara desencajada pidiéndonos auxilio, porque les perseguían para matarles. Hombres y mujeres degollados. Sabemos que es un problema entre etnias, pero nosotras queremos hablar en defensa de todos los ruandeses, tutsis y hutus; y decir que no todos matan; que unos matan y otros sufren. Para mí lo importante es crear conciencia de reconciliación y unión en Ruanda, que pueden vivir juntos", señaló Crouiselles, que participó en la presentación de una campaña de Amnistía Internacional contra las desapariciones forzadas y los homicidios políticos.

Las 13 monjas y el sacerdote que aterrizaron ayer por la tarde en Madrid, procedentes del horror, también realzaron su confianza en el pueblo ruandés. "El 95,5% de los ruandeses son contrarios a lo que ocurre", señaló tajante la hermana Pilar Díez Espelosin, a su llegada a Madrid. El padre Antonio Martínez López recordó que el miedo que pasaron "en comparación con el drama del pueblo de Ruanda, era realmente insignificante". Todo lo vivido no les impide afirmar: "En cuanto podamos volver, estaremos allí". La hermana Amparo Muñoz, que vive en Ruanda desde hace 17 años, estaba ayer agotada, como todas, tras una semana sin dormir. Con la boca seca de tanto recordar, comentó que "cuando cierro los ojos, veo todas esas cosas".

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