Defensa pretende que los jóvenes vuelvan al cuartel después de acabar el servicio militar

En el futuro, los españoles no podrán olvidarse de los cuarteles tras los nueve meses de mili. Durante los tres años siguientes, como reservistas, podrán ser llamados a filas para adiestrarse o hacer frente a un conflicto. Esta posibilidad, que ya existe sobre el papel, se convertirá en práctica habitual con la nueva Ley de Contribución de Recursos Personales y Materiales a la Defensa Nacional, que el Ministerio de Defensa quiere aprobar en esta legislatura. Un estudio elaborado para el Ministerio de Defensa por 12 expertos, incluidos altos cargos de dicho departamento, propone que los jóvenes...

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En el futuro, los españoles no podrán olvidarse de los cuarteles tras los nueve meses de mili. Durante los tres años siguientes, como reservistas, podrán ser llamados a filas para adiestrarse o hacer frente a un conflicto. Esta posibilidad, que ya existe sobre el papel, se convertirá en práctica habitual con la nueva Ley de Contribución de Recursos Personales y Materiales a la Defensa Nacional, que el Ministerio de Defensa quiere aprobar en esta legislatura. Un estudio elaborado para el Ministerio de Defensa por 12 expertos, incluidos altos cargos de dicho departamento, propone que los jóvenes vuelvan al cuartel, para realizar maniobras, durante una semana, al año de acabar el servicio militar.

Los autores del estudio advierten, no obstante, que "dada la nula implantación de este sistema en España y la poca aceptación que todo lo relacionado con el servicio militar tiene en nuestra sociedad, sería imprescindible, antes de empezar a realizar este tipo de llamadas a los reservistas, hacer una campaña nacional, dirigida a todos los estamentos de la sociedad: políticos, económicos, empresariales, etcétera, para concienciarlos de esta labor".La posibilidad de que los reservistas realicen "ejercicios periódicos de adiestramiento" fue mencionada por el ministro de Defensa, Julián García Vargas, en el Congreso el 10 de noviembre. En una entrevista publicada por EL PAÍS el 25 de diciembre, agregó que se trata de adiestrar a los reservistas "para incorporarse y saber cuál es su función".

La Directiva de Defensa Nacional de 1992 estructura el Ejército en una fuerza permanente, con 180.000 militares, y una reserva movilizable, de hasta 120.000. Mientras el Ejército permanente debe ser suficiente para afrontar crisis y conflictos limitados, la reserva lo completará en caso de guerra. La Directiva de Defensa Militar, documento secreto que desarrolla el anterior, advierte que, para que sea útil, la reserva movilizable debe estar "organizada, equipada y adiestrada desde tiempo de paz".

La organización de esta reserva movilizable es el objeto del estudio que, entre septiembre y diciembre pasado, realizaron para el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden), organismo dependiente del Estado Mayor de la Defensa, 21 expertos de siete ministerios y de los cuarteles generales de los tres ejércitos, además de tres parlamentarios del PSOE y el PP.Los expertos se dividieron en dos grupos de 12: uno presidido por el diputado socialista Juan Ramón Lagunilla, y otro por el general Luis Martínez Coll, jefe de la división de Operaciones del Estado Mayor del Ejército. Su trabajo se plasmó en dos informes. El primero aboga por una fuerza de reserva exclusivamente voluntaria, según el modelo de los países con Ejército profesional.

El segundo documento, en cuya elaboración participó el subdirector general de Personal Militar del Ministerio de Defensa, afirma que la reserva debe estar formada por personal "preferentemente voluntario", pero advierte que, de no ser suficiente, "se recurrirá a la reincorporación forzosa de reservistas" de la mili.El "punto crítico del sistema", reconoce el estudio, está en la reincorporación de los reservistas para maniobras, pues esta decisión se enfrenta a problemas políticos, económicos, sociales y de opinión pública.

"Para las unidades movilizables", argumenta, la instrución y el adiestramiento periódico es de vital importancia, ya que si el Gobierno decide la incorporación de reservistas a una o varias unidades los plazos para que alcancen la plena capacidad operativa serían muy distintos si el personal que se incorpora ha asitido a reentrenamientos periódicos o no".

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Los autores creen que "sería suficiente un periodo de cinco a siete días, de los que de tres a cuatro se dedicarían a la entrega y recogida del equipo, a la puesta a punto del material y al reciclaje de la instrucción de su puesto táctico y el resto a la ejecución de un ejercicio de tipo compañía".

Agregan que "una media entre lo deseable y lo posible consistiría en no llamar a quienes se encuentran en su primer año de reserva, por considerar que conservan todavía un nivel aceptable de instrucción, ni a los del tercer año, porque meses después de dicha convocatoria cesan en la situación de reserva". En todo caso, "los ejercicios se limitarían a una sóla vez, durante los tres años, y sólamente [afectarían] a los reservistas comprendidos en las unidades" designadas. Los participantes recibirían una compensación económica en función del número de días que durasen los ejercicios.

La permanencia en filas se prolongaría en caso de crisis

El sistema de movilización que se pretende implantar en España debe ser ágil, selectivo y flexible, de forma que se pueda hacer frente, con rápidez, a crisis de distinta naturaleza e intensidad, según el estudio de los expertos gubernamentales. Dado que las fuerzas de reserva deben contar, desde tiempos de paz, con armamento y equipo suficiente, no se prevé una incorporación masiva -120.000 militares es el tope máximo- sino un Ilamamiento selectivo en función de las necesidades de los ejércitos".

No obstante, fuentes de Defensa admiten, en coincidencia con el citado documento, que una de las primeras medidas a tomar, la más rápida y fácil, sería la suspensión del licenciamiento de los jóvenes que estén a punto de acabar la mili. En el Ejército de Tierra, cada llamamiento está formado por casi 40.000 jóvenes, por lo que incorporar un llamamiento sin haber licenciado al anterior -en la práctica alargar la mili- supone aumentar en un 25% el número de soldados.

"Aunque la legislación vigente no permite literalmente la continuación en filas del personal de reemplazo, implícitamente se pueda hacer ya que, al permitir la reincorporación de reservistas, da por sentado que en caso de necesidad se podría obligar a aquellos que se encuentren en situación de servicio en filas a continuar en esta situación durante el tiempo que fuera necesario", afirma el informe. Pese a ello, "para mayor libertad de acción, podría proponerse la modificación de la legislación vigente", agrega.

Además, si fuera necesario, según el documento, "podría considerarse la convocatoria [a filas] de los excluidos temporales o de los que por estar en otras situaciones no hubieran iniciado su servicio militar, para asignarlos a misiones auxiliares que no requieran especialización, porque su convocatoria supondría una medida de solidaridad en relación con aquel personal que ya cumplió su compromiso con la patria".

La movilización no afectará sólo a los reservistas sino también a los medios materiales de la sociedad civil, "que podrían ser adquiridos o requisados de inmediato" para satisfacer las necesidades de la defensa, en caso de crisis. Este material -especialmente medios de transporte terrestre, marítimo y aéreo- figuraría en un censo elaborado en tiempo de paz y su utilización militar conllevaría la correspondiente indemnización a sus propietarios.

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