La izquierda salvadoreña se encamina a una dura derrota en la segunda vuelta electoral

ENVIADA ESPECIALEl Salvador se prepara para una nueva batalla, esta vez política, después de que las primeras elecciones pluripartidistas de su historia, celebradas el domingo pasado, no dieran la mayoría absoluta, y por ende la presidencia del país, a ninguno de los candidatos, aunque la derechista Arena (Alianza Republicana Nacionalista) se quedó muy cerca del listón. La izquierda ha logrado forzar una segunda vuelta, pero el buen resultado de la derecha y las dificultades para encontrar apoyos en otras fuerzas políticas pueden conducirle a una dura derrota en los próximos comicios, que debe...

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ENVIADA ESPECIALEl Salvador se prepara para una nueva batalla, esta vez política, después de que las primeras elecciones pluripartidistas de su historia, celebradas el domingo pasado, no dieran la mayoría absoluta, y por ende la presidencia del país, a ninguno de los candidatos, aunque la derechista Arena (Alianza Republicana Nacionalista) se quedó muy cerca del listón. La izquierda ha logrado forzar una segunda vuelta, pero el buen resultado de la derecha y las dificultades para encontrar apoyos en otras fuerzas políticas pueden conducirle a una dura derrota en los próximos comicios, que deberán celebrarse en el plazo de un mes.

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Los dos candidatos mejor situados, el derechista Armando Calderón, de Arena -con un 49% de los votos, según resultados aún provisionales- y el socialcristiano Rubén Zamora, de la coalición Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional-Convergencia Democrática (FMLN-CD) -con un 26%- están calentando motores.A partir de ahora comienza el juego de las alianzas, y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), que ha conseguido un 16% de los sufragios, se ha convertido en el centro de las miradas. Zamora ya le lanzó su oferta, pero el líder democristiano, Fidel Chávez, ha respondido que la izquierda "no está preparada para gobernar". Pero las disensiones que minan al PDC, parte de cuya base nunca votaría a Arena, hacen pensar que Chávez dejará libertad de voto a sus militantes para no provocar una ruptura. El resto de los grupos con representatividad son el Partido de Conciliación Nacional (PCN), pantalla política de los militares hasta 1979, y el evangelista Movimiento de Unidad, que apoyarán a Arena.

La situación que se crea a partir de este bosquejo no deja de ser paradójica. La izquierda ha conseguido su objetivo: lograr una segunda vuelta y bajar los humos de la derecha, convencida de triunfar a la primera. El propio Mario Valiente, alcalde de la capital para la Arena, ha sugerido que la izquierda se retirara y ahorrara así al país una mayor polarización en una segunda vuelta. A pesar de que algunos sectores de Convergencia Democrática no descartan esa idea, el FMLN se opone en rotundo y prefiere llegar hasta el final. Schafik Handal, uno de sus dirigentes, declaró que la segunda vuelta era "muy saludable" para la reciente democracia.

El cuadro le resulta especialmente desolador a José María Tojeira, provincial de la Compañía de Jesús en Centroamérica. "Estas elecciones han sido una manipulación sistemática de la conciencia popular, en las que han ganado personas que para mí no tienen fuerza moral para conducir por caminos de verdadera justicia a este país", afirma. A Tojeira le indigna que la foto de Roberto D'Aubuisson, fundador de Arena- "que sembró la muerte en El Salvador", haya acompañado a Calderón en alguna comparecencia pública.

El gran derrotado de estos comicios, por aclamación popular, ha sido sin duda el Tribunal Supremo Electoral, encargado por los acuerdos de paz de 1992 de organizar las elecciones. Augusto Ramírez Ocampo, jefe de la Onusal [fuerzas de la ONU en El Salvador] concluyó el martes, sin embargo, que los comicios del domingo "pueden considerarse aceptables a pesar de las serias deficiencias de organización y transparencia".

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Las irregularidades señaladas coinciden con las apreciadas por otras misiones de observadores, como la delegación oficial de Estados Unidos: defectos en los registros electorales, que dejaron sin votar a numerosos ciudadanos, falta de material electoral, falta de apoyo logístico para los electores a pesar de la complejidad del sistema de votación. Todos estos fallos han engrosado el alto índice de abstención, que ronda el 48%.

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