La reválida de la paz en El Salvador

La antigua insurgencia, convertida en fuerza política, toma parte en las primeras elecciones sin guerra

ENVIADA ESPECIAL"Ahora sí. Primero, la gente". Bajo este breve lema, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), movimiento guerrillero hasta diciembre de 1992, inaugura su andadura como partido político en El Salvador.

Pronto pasará su examen de reválida: el próximo domingo, la población de esta pequeña república centroamericana, desangrada por 12 años de guerra civil, decidirá en las urnas el futuro de su país. La participación de todos los partidos, la supervisión de la ONU y, sobre todo, la paz, ayudan a obviar flagrantes irregularidades y dan a estas elecciones g...

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ENVIADA ESPECIAL"Ahora sí. Primero, la gente". Bajo este breve lema, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), movimiento guerrillero hasta diciembre de 1992, inaugura su andadura como partido político en El Salvador.

Pronto pasará su examen de reválida: el próximo domingo, la población de esta pequeña república centroamericana, desangrada por 12 años de guerra civil, decidirá en las urnas el futuro de su país. La participación de todos los partidos, la supervisión de la ONU y, sobre todo, la paz, ayudan a obviar flagrantes irregularidades y dan a estas elecciones generales salvadoreñas sabor a estreno.

No es la primera vez que los slavadoreños acuden a las urnas. El país siempre ha escogido a sus gobernantes. Eso sí, con la bota militar apretando el gaznate desde 1931.

En esta ocasión, la situación es diferente. Los últimos comicios presidenciales (1989) y legislativos (1991) se celebraron en medio de duros combates entre la guerrilla y el Ejército.

Ahora, tras el acuerdo de paz firmado en México en enero de 1992 entre el Frente Farabundo Martí y el Gobierno derechista del presidente Alfredo Cristiani, reina en el país centroamericano una tranquilidad inusitada: el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional ya es un partido político y las Fiuerzas Armadas salvadoreñas se mantienen, en prinicipio, al margen de la contienda político directa.

En esta ocasión, además, la posibilidad de renovación es completa, al coincidir en una misma sesión las elecciones presidenciales, las legislativas, las municipales y los comicios para el Parlamento Centroamericano (Parlacen).

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Las Naciones Unidas, que auspiciaron el acuerdo, se han volcado en la supervisión de los comicios. La división electoral de la misión de la ONU en El Salvador (ONUSAL), que dirige el español Rafael López Pintor, tendrá a 900 observadores repartidos en todo el país.

A ellos se han unido otros 2.000 visitantes enviados por partidos políticos y organizaciones no gubernamentales de medio mundo. "En líneas generales la misión de ONUSAL se está cumpliendo. Hay una campaña libre y los incidentes son escasos", comenta un miembro de la división.

Con todo, los problemas ya han aflorado. De entrada, cerca de 80.000 de los dos millones y medio de salvadoreños registrados en el padrón no han conseguido del Tribunal Superior Electoral su cédula electoral para poder votar debido a trabas burocráticas.

"No es una cifra relevante en la elección presidencial, pero sí es importante a nivel municipal", explica un diplomático español. Los municipios más afectados son aquellos donde el FMLN tiene más arraigo.

Bastiones de la guerrilla

Más ronchas ha levantado en ONUSAL la decisión de ese mismo tribunal de trasladar los colegios electorales de cuatro poblaciones del departamento de Chalatenango, bastiones de la guerrilla, a la cabecera de la región. El argumento ha sido "la escasa población que queda en esos municipios".Sin embargo, las protestas de ONUSAL han caído en saco roto: el lunes, el TSE confirmaba que los 3.000 votantes de Artacao, San José de las Flores, San Isidro y Nueva Trinidad tendrán que acudir hasta la capital departamental para poder marcar las papeletas.

Por otra parte, la sombra de los siniestros escuadrones de la muerte que, manejados desde la oligarquía y la cúpula militar sembraron el país de cadáveres la pasada década, ha vuelto a resurgir: 38 militantes del FMLN han sido asesinados en el último año.

La afirmación del presidente Alfredo Cristiani de que se trata de actos de delincuencia común no ha resultado muy convincente y, a instancias de las Naciones Unidas, una comisión especial formada por cuatro abogados investiga los hechos. Las conclusiones, sin embargo, no serán dadas a conocer antes de los comicios.

Aún así, el temor a que la campaña electoral radicalizara los ánimos, expresado en un comienzo por el arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, parece disiparse. El incidente mas grave ocurrió el sábado, durante un mitin de Arena en la capital.

Un altercado, algunos disparos y una lluvia de pedradas concluyeron con un muerto y varios heridos. Lo cual, para un país que acaba de salir de una guerra civil, no deja de ser una triste anécdota

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