Virus, espumas, redes y ultrasonidos.

El desenlace trágico del asalto del FBI al rancho de los davidianos en Waco (EE UU) y la muerte de unos 20 civiles desarmados a manos de los cascos azules en Somalia han dado lugar al primer proyecto sistemático norteamericano para crear un nuevo tipo de armas no letales (conocidas en inglés como non lethal weapons, o por sus siglas, NLW), como informaba recientemente la revista Newsweek.El primero de los resultados podría ser una escopeta de cañón recortado que dispararía diminutas bolsitas. Dichas bolsitas serían menos dañinas que las pelotas de goma -mortales a corta di...

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El desenlace trágico del asalto del FBI al rancho de los davidianos en Waco (EE UU) y la muerte de unos 20 civiles desarmados a manos de los cascos azules en Somalia han dado lugar al primer proyecto sistemático norteamericano para crear un nuevo tipo de armas no letales (conocidas en inglés como non lethal weapons, o por sus siglas, NLW), como informaba recientemente la revista Newsweek.El primero de los resultados podría ser una escopeta de cañón recortado que dispararía diminutas bolsitas. Dichas bolsitas serían menos dañinas que las pelotas de goma -mortales a corta distancia-, pero capaces de derribar a una persona.

La lista de armas que no causan la muerte crece día a día e incluye mecanismos que se valen de rayos láser, microondas, ondas sonoras, luces estroboscópicas, impulsos electromagnéticos, microbios, compuestos químicos, virus informáticos e, incluso, redes gigantes. Las nuevas armas podrían ser utilizadas por las tropas norteamericanas en tipos muy distintos de misiones militares, desde el control de multitudes a la derrota estratégica de toda una nación.

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Las balas antes mencionadas junto con vaporizadores químicos o generadores de ruido podrían servir para neutralizar multitudes. Otros procedimientos, como productos químicos supercáusticos que perforan metales, caucho o plástico, podrían inutilizar no sólo tanques o camiones, sino cualquier otra máquina.

Los más devastadores efectos serían los de los impulsos electromagnéticos, microondas de alto poder y virus informáticos, que, incapacitando grandes sistemas eléctricos o. electrónicos, podrían paralizar a toda una sociedad.

En un centro de Alburquerque (Nuevo México) se investigan dos tipos singulares de espuma, tal y como cuenta Newsweek. Una, de gran viscosidad, se transforma, en un pegamento semejante a miel en contacto con el aire. La otra desencadena una avalancha de burbujas de jabón muy densas que no dejarían oír, ver o moverse, pero sí respirar, a un virtual atacante. Otros compuestos químicos en investigación inmovilizarían vehículos haciendo que la superficie por la que marchan se haga demasiado pegajosa o resbaladiza.

Además hay redes metálicas para tanques o camiones y de filamento para personas, que se lanzan en cajas del tamaño de una botella de refresco. Al ser disparadas, las redes se despliegan y caen sobre el obejtivo.

Las pistolas de rayos láser podrían ser utilizadas, además de para acertar a un objetivo con mayor precisión, como arma defensiva que, por ejemplo, podría deslumbrar al piloto de un avión o cegar la mira de un tanque enemigo.

Pero, a la espera de que la práctica convalide la efectividad de este nuevo tipo de armas, no falta quien ya ve inconvenientes en ellas. En primer lugar, la legislación internacional prohibe el uso de armas químicas, y biológicas. En segundo lugar, habrá que adaptar el adiestramiento militar a la guerra no letal. Un último inconveniente: la reacción de la opinión pública.

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