La candidatura de Berlusconi altera las alianzas de una derecha italiana dividida en tres

La candidatura de Silvio Berlusconi, quien, trías negar esa hipótesis durante meses, anunció el miércoles que se presentará a las próximas elecciones, supone la definitiva ruptura de la derecha italiana en tres bloques: uno, el del ex democristiano Mario Segni y el Partido Popular Italiano (PPI) de Mino Martinazzoli; dos, el de Berlusconi (con su movimiento Forza Italia) y la Liga Norte, y tres, el denominado Alianza Nacional, que en sustancia representa al Movimiento Social Italiano (MSI), hasta hace un mes neofascista. Es previsible, sin embargo, que Berlusconi trate aún de captar al MSI....

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La candidatura de Silvio Berlusconi, quien, trías negar esa hipótesis durante meses, anunció el miércoles que se presentará a las próximas elecciones, supone la definitiva ruptura de la derecha italiana en tres bloques: uno, el del ex democristiano Mario Segni y el Partido Popular Italiano (PPI) de Mino Martinazzoli; dos, el de Berlusconi (con su movimiento Forza Italia) y la Liga Norte, y tres, el denominado Alianza Nacional, que en sustancia representa al Movimiento Social Italiano (MSI), hasta hace un mes neofascista. Es previsible, sin embargo, que Berlusconi trate aún de captar al MSI.

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El objetivo de acumular el amplio voto liguista del norte con el creciente auge que conocen en el sur los neofascistas debería ser imposible, dada la firmeza con la que el líder lombardo, Umberto Bossi, rechaza cualquier posible acuerdo con el MSI cada vez que Berlusconi declara que el misino Gianfraco Fini pertenece naturalmente al "área moderada" que él propugna. De ahí que la candidatura de Berlusconi resulte a primera vista un extraordinario regalo electoral para el bloque formado en torno al Partido Democrático de la Izquierda (PDS), ex comunista. Así lo denunció ayer un Mario Segni todavía enzarzado en polémicas con Bossi por el sorprendente fracaso del acuerdo cerrado el pasado martes con la liga.El acuerdo, anunciado como muy importante por Segni y por Roberto Maroni, estrecho colaborador de Bossi, se enfrentó a un reparo retórico del líder de la Liga Norte, que posteriormente vetó la entrada de Martinazzoli en su bloque, aún sabiendo, desde el principio de las negociaciones, que Segni había llegado previamente a un compromiso con el PPI y que pretendía arrastrar a esta fuerza hasta, el bloque de la derecha.

Nadie ha explicado la conducta de Bossi, mientras éste y Segni se acusan de hacer trampas. "Segni es un democristiano reciclado que ha jugado sucio y ha sido descubierto. Ahora volverá a su madriguera", ha dicho el líder de la liga.

"El veto de Bossi al Partido Popular Italiano es absurdo. Tal vez yo haya quedado como un ingenuo, pero es evidente que los golfantes son ellos", responde Segni.

Esta confusa polémica ha sido, en cualquier caso, el pretexto, de Berlusconi para anunciar una carrera política cuidosamente estudiada desde hace meses y presentada al público como un caso de fuerza mayor, resultante de la presunta incapacidad de la derecha italiana para unirse en un frente anti izquierda. "A nosotros nos viene bien que se presente, porque nos dará la televisión, que es lo que nos interesa", comentó ayer Gianfranco Miglio, el ideólogo de la Liga Norte.

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"Fuerzas inmaduras"

El presidente de Fininvest -cuyos beneficios, por cierto, aumentaron un 41% durante el ejercicio de 1993 con respecto al año anterior- y propietario de tres de las cuatro cadenas nacionales de televisión que hay en Italia eligió la pequeña pantalla para informar a los italianos de su candidatura. Ligeramente tenso, con su siempre impecable traje cruzado gris y una incipiente afonía, Berlusconi se presentó a través de un mensaje de 10 minutos de duración grabado en su casa y enviado a todas las emisoras italianas. Sólo fue transmitido íntegramente por una de las redes de Fininvest.

"He optado por bajar al terreno de juego y ocuparme de la cosa pública porque no quiero vivir en un país no liberal, gobernado por fuerzas inmaduras y por hombres completamente ligados a un pasado política y económicamente fracasado", dijo. "Para poder realizar esta nueva opción, hoy mismo he dimitido de todos mis cargos en el grupo que he fundado", añadió. Parece que Berlusconi conservará, en cambio, la presidencia del club de fútbol Milan.

"Nosotros creemos en el individuo, en la familia, en la empresa, en la competencia, en el desarrollo, en la eficacia, en el mercado libre y en la solidaridad", prosiguió. Y ofreció a los italianos "una fuerza hecha por hombres totalmente nuevos" y capaces de demostrar que "se puede terminar con una política hecha de chismorreos incomprensibles, de peleas estúpidas y de politicastros sin oficio".

El filósofo de izquierdas Omar Calabrese comentaba ayer que este discurso era propio de un "Ross Perón", más populista y demogogo que el multimillonario norteamericano Ross Perot, que intentó un desembarco aristocrático en las últimas elecciones de Estados Unidos.

Muchos comentaristas destacan, además, la contradicción de que un miembro de la logia masónica Propaganda Dos, que obtuvo el casi monopolio de la televisión privada italiana gracias a sus buenas relaciones con los socialistas y todos los grandes dirigentes de la anterior etapa, se atreva a presentarse ahora como la gran novedad de la llamada revolución dulce italiana. Más paradójico aún es que le apoye Umberto Bossi, el destructor del sistema.

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