Cartas al director

"¡A por ellos!"

Porras, cascos, escudos, puños y buenas piernas estaban preparados para acabar con el desorden. Éramos los elegidos. Sus superiores, los superiores, habían dado una orden que debía ser ejecutada sin más dilación.Las fuerzas de seguridad, al grito de guerra: "¡A por ellos!", parafraseando o incluso creyéndose el Séptimo de Caballería, se lanzó a silenciar eficazmente ese otro grito, el grito molesto de los estudiantes españoles.

Tratan de acallar nuestra voz, la palabra de miles de jóvenes (ellos mismos quieren adularnos diciendo que somos el mañana) que, mediante los cauce...

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Porras, cascos, escudos, puños y buenas piernas estaban preparados para acabar con el desorden. Éramos los elegidos. Sus superiores, los superiores, habían dado una orden que debía ser ejecutada sin más dilación.Las fuerzas de seguridad, al grito de guerra: "¡A por ellos!", parafraseando o incluso creyéndose el Séptimo de Caballería, se lanzó a silenciar eficazmente ese otro grito, el grito molesto de los estudiantes españoles.

Tratan de acallar nuestra voz, la palabra de miles de jóvenes (ellos mismos quieren adularnos diciendo que somos el mañana) que, mediante los cauces legales como lo es una manifestación autorizada, reclaman lo que les corresponde por legítimo derecho: una Educación con mayúscula. Claro que imagínense por un momento que todos hacemos ejercicio de ese derecho y, dlalécticame hablando, les salimos rebeldes...

Paradójicamente, lo único que hoy, asustada por lo que he vivido, me atrevo a pedir es que, la próxima vez que vaya a una manifestación, yo no sea un objetivo a eliminar, sino una persona, una estudiante en este caso, que pacífica y libremente reivindica lo que piensa es justo y debe ser escuchada, nunca convertida en una víctima de su propio derecho.-

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