150 observadores vigilaron ayer la limpieza de las elecciones hondureñas

Con una participación alta, ambiente de fiesta popular y sin apenas incidentes, Honduras celebró ayer su cuarta consulta presidencial consecutiva desde la restauración del orden constitucional en 1982. Pese a que el punto de mira sospechoso de estas elecciones es el censo, manipulado recientemente para su beneficio por el gobernante Partido Nacional, en la jornada de ayer primó más la idea del fortalecimiento de la democracia, auspiciada desde las instituciones del Estado, que la de la trampa y el engaño. Más 150 observadores internacionales verificaron a limpieza de los comicios.

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Con una participación alta, ambiente de fiesta popular y sin apenas incidentes, Honduras celebró ayer su cuarta consulta presidencial consecutiva desde la restauración del orden constitucional en 1982. Pese a que el punto de mira sospechoso de estas elecciones es el censo, manipulado recientemente para su beneficio por el gobernante Partido Nacional, en la jornada de ayer primó más la idea del fortalecimiento de la democracia, auspiciada desde las instituciones del Estado, que la de la trampa y el engaño. Más 150 observadores internacionales verificaron a limpieza de los comicios.

Los colegios electorales abrieron a las seis de la mañana y ya había gente formando cola. Las caravanas partidistas recorrieron todo el día las calles y plazas de Tegucigalpa, animando a la gente a votar. Pese a que estaba vigente la ley seca, en torno a los colegios electo rales se montaron tenderetes de bebidas y comidas tradicionales, lo que le dio a la jornada un doble sentido cívico y de en cuentro popular, donde tampoco faltó la música.Muy reñidas se presentaban ayer las elecciones de Honduras, país que tiene proscrito al comunismo. Como ha venido ocurriendo tradicionalmente en esta república centroamericana, desde finales del siglo pasado, y siempre que el Ejército no ocupase a la fuerza el poder, el protagonismo de las elecciones se lo llevaron las dos formaciones mayoritarias: el Partido Nacional, que es el que actualmente gobierna, y el Partido Liberal, opositor. Ambos son de raíz conservadora.

Oswaldo Ramos Soto, candidato nacionalista, y Carlos Roberto Reina, el aspirante liberal a la presidencia, se presentaban muy igualados, no sólo en las encuestas sino incluso en los diferentes sondeos que ya ayer se hacían en torno a los colegios electorales. En la elección de 1989, que fue la que llevó al poder al actual presidente, el nacionalista Rafael Leonardo Callejas, la distancia entre éste y su más inmediato rival fue de apenas 234.000 votos. Ahora se espera que ocurra algo similar, con la diferencia de que el favorito es el candidato liberal, siempre según las últimas encuestas.

Las sospechas de fraude se mantenían ayer, pese a que las elecciones fueron verificadas por observadores internacionales de varias instituciones, entre ellas la Organización de Estados Americanos (OEA), que últimamente colaboró en la depuración del censo, eliminando a muertos, militares (que no tienen derecho al voto siempre que estén en activo), identidades dobles y extranjeros. El nuevo censo recuperó a 142.816 personas que figuraban como fallecidas y eliminó a 40.000 muertos que se daban por vivos.

Más que una manipulación de las urnas o de los resultados finales, lo que se temía ayer en Honduras, especialmente en la capital, Tegucigalpa, era que las irregularidades del censo pudieran incidir en el resultado final de los comicios, habida cuenta de la poca diferencia de votos que se prevé entre los candidatos mayoritarios.

Los liberales, que encabeza Reina, denunciaron días atrás la manipulación de entre 200.000 y 400.000 nombres de personas, que fueron arbitrariamente trasladados dentro del censo de un colegio electoral a otro, sin que se les informara oficialmente a los interesados. Esto podía suponer que entre un 7% y un 14% de los electores no encontrara su colegio electoral y optara por marcharse a casa. La manipulación del censo afectaba directamente al Partido Liberal.

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