Una familia veló durante una hora a un cadáver equivocado y después le dio sepultura

Los hijos y nietos de Juana Sancha, que tenía 76 años en el momento de su muerte, lloraron y dieron sepultura ayer a su madre y abuela en dos ocasiones: sólo que la primera vez no se dieron cuenta de que el cadáver que tenían ante ellos en la sala número 4 del Instituto Anatómico Forense de Madrid no era el que creían, sino el de Francisca García, que tenía 86 años. Una equivocación del personal del Instituto, según reconoció el director, provocó el intercambio de los ataúdes de las dos mujeres en el momento de su colocación en las salas del velatorio.

Angelita García, de más de 70 años...

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Los hijos y nietos de Juana Sancha, que tenía 76 años en el momento de su muerte, lloraron y dieron sepultura ayer a su madre y abuela en dos ocasiones: sólo que la primera vez no se dieron cuenta de que el cadáver que tenían ante ellos en la sala número 4 del Instituto Anatómico Forense de Madrid no era el que creían, sino el de Francisca García, que tenía 86 años. Una equivocación del personal del Instituto, según reconoció el director, provocó el intercambio de los ataúdes de las dos mujeres en el momento de su colocación en las salas del velatorio.

Angelita García, de más de 70 años, deshizo el embrollo cuando llegó al Anatómico Forense eso de las once de la mañana acompañar el cuerpo sin vida de su hermana Francisca: "¡Pero si ésta no es mi hermana!", advirtió tras sus gruesas gafas, que ocultan unos ojos con cataratas. Y claro que no lo era. Pero había pasado demasiado tiempo: Francisca ya había sido velada esa misma mañana y enterrada en un nicho en Carabanchel. "¿Qué? No puede ser. ¿Me está tomando el pelo?", fue lo primero que el cansancio y la pena le permitieron decir a Carmen, una de las hijas menores de Juana Sancha. El director del Instituto Anatómico Forense, José María Abeñán, la acababa de telefonear para explicarle la confusión.

El director daba ayer toda clase de explicaciones: "Estamos investigando a fondo por qué surgió la equivocación", explicó. El intercambio de los cadáveres se produjo en el momento de su colocación en los velatorios. "Si la familia se hubiera dado cuenta del error, no habría pasado nada", apuntó Abeñán, aunque puntualizó que el Instituto asume el error.

El propio organismo gestionó ante el juzgado que se permitiera la exhumación del cadáver de Juana Sancha. A las 16.30 de ayer, el cuerpo era sacado del nicho equivocado.

Golpe en la cara

"¡Pero si estuvimos sentados al lado del cadáver todo el rato!", explicaba ayer Carmen, una de las hijas de Juana Sancha. "Y yo hasta la besé", apostilla una nieta adolescente. Esta difunta había sufrido el domingo una caída que le desfiguró parte de la cara. "El caso es que yo la vi un poco hinchada, y pensé, 'pues habrá sido del golpe". Y asunto acabado. Las dos familias se encontraron tras descubrirse la confusión en el Anatómico Forense, pero apenas se mezclaron: la hermana y amigos de Francisca García, cuyo destino era una sepultura perpetua en el cementerio de La Almudena junto a sus padres, mantenían la serenidad.

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Los hijos y nietos de Juana Sancha, que viven en el barrio de La Elipa, se debatían entre el llanto y la risa nerviosa. "Es que enterrarla otra vez...", decía una de las hijas. "Vamos, que no es ni una boda ni un bautizo. Esto lo que parece es un sainete".

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