Las maniobras para derribar al Gobierno hunden la lira

Numerosos diputados quieren cambiar el Ejecutivo italiano para aplazar las elecciones generales

La situación ya se dio el pasado 20 de abril. Tras un pronunciamiento ciudadano entonces fue el referéndum por la reforma de la Ley Electoral y ahora han sido las elecciones municipales que pone en evidencia que el Parlamento italiano ha dejado de ser representativo, los diputados que lo integran, la mayoría de ellos investigados por graves delitos, reclaman su condición de depositarios formales de la soberanía para decir que hay que cambiar el Gobierno. La maniobra, orientada esencialmente a aplazar las elecciones generales, es profundamente desestabilizadora. Ayer hizo que la divisa italiana...

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La situación ya se dio el pasado 20 de abril. Tras un pronunciamiento ciudadano entonces fue el referéndum por la reforma de la Ley Electoral y ahora han sido las elecciones municipales que pone en evidencia que el Parlamento italiano ha dejado de ser representativo, los diputados que lo integran, la mayoría de ellos investigados por graves delitos, reclaman su condición de depositarios formales de la soberanía para decir que hay que cambiar el Gobierno. La maniobra, orientada esencialmente a aplazar las elecciones generales, es profundamente desestabilizadora. Ayer hizo que la divisa italiana cruzara la barrera histórica y psicológica de 1.000 liras por marco. El motivo concreto de ese derrumbe, que la víspera ya había perdido cerca del 1%, fue el rumor esparcido en la Bolsa de Londres de que los ministros económicos democristianos estaban a punto de dejar el Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi.

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La falsa noticia, que fue desmentida de inmediato por el secretario general de la Democracia Cristiana (DC), Mino Martinazzoli, provocó también a media mañana una bajada de la Bolsa de cerca del 2%, tras el casi 5% de caída que el índice general registró el lunes, al conocerse los resultados de las elecciones municipales.El retroceso bursátil se recuperó cuando, una hora antes del cierre, Ciampi anunció que hoy se reuniría con los cuatro partidos que apoyan al Gobierno -democristiano, socialista, socialdemócrata y liberal-, así como con la Liga Norte y el Partido Democrático de la Izquierda (PDS), que le sostienen mediante la abstención. El objetivo de la reunión será reafirmar el compromiso de todos en torno a la política de saneamiento financiero y a la austera Ley de Presupuestos que constituye la única meta mínima de este Gabinete, llamado a completar esa única tarea para que se convoquen elecciones generales.

Martinazzoli ya reiteró ayer ese compromiso con Ciampi, al tiempo que los senadores democristianos renovaban su confianza en el secretario general para que no dimitiera.

El problema es que en el clima de revuelta que viven esos sectores parlamentarios más identificados con el sistema político que tratan de cambiar los italianos, las garantías de Martinazzoli merecen escaso crédito. Ayer mismo, Clemente Mastella, vicepresidente democristiano de la Cámara y personalidad del ala derecha de su partido, manifestaba: "Personalmente, a mí nunca me ha gustado este Gobierno de técnicos y creo que los profesores de matemáticas deban ser cambiados por otros mejores".

Mastella anunciaba, por otra parte, que hoy diría "cosas muy importantes para la DC y para sus relaciones con otros partidos" en el contexto de una conferencia de prensa que tenía todo el aspecto de un pronunciamiento contra Martinazzoli. Por su parte, el secretario general tenía previsto anunciar "una iniciativa fuerte" para la DC, que vive un clima de escisión. Aunque no sólo desde las filas democristianas surgen estos llamamientos contra el Gobierno sin los que no se entendería el éxito de los rumores difundidos en la Bolsa de Londres, quizá por simples especuladores. El socialista Ugo Intini, portavoz de Bettino Craxi, decía también ayer que "lo primero es hacer caer este Gobierno".

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Una caída del Gobierno complicaría inevitablemente la convocatoria de elecciones generales, ya que el presidente de la República tendría que decidir disolver las cámaras antes de que Italia tenga unos presupuestos para el próximo año. Es decir, en las peores condiciones posibles.

En ese sentido, las críticas que dirigen a Ciampi socialistas y democristianos, comenzando por el portavoz de la DC en la Cámara, Gerardo Bianco, se centran en que los planes de austeridad del Gobierno, concentrados en los presupuestos, son la causa de la impopularidad de los partidos que le apoyan y de su fracaso en las últimas elecciones.

También ha atacado duramente y ha pedido la dimisión del Gobierno el neofascista Movimiento Social Italiano (MSI), cuyo líder, Gianfranco Fini, tras obtener un excelente resultado en las municipales, se dice dispuesto a promover una "alianza popular" o movimiento de derecha que evidentemente requeriría un tiempo de rodaje.

Contrario a la continuidad del Gabinete se ha mostrado también el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, que no ha salido tan bien parado de estos comicios y ahora se presenta como una figura del "centro político". Achille Occhetto, secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), ex comunista, que es el más claro vencedor de las elecciones, se comprometió ayer a lograr que se aprueben los presupuestos y a sostener al Gobierno hasta esa fecha y hasta que, el 21 de diciembre, el Gabinete apruebe los nuevos distritos electorales. "Luego, habrá que ir a votar", dijo Occhetto.

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