Cartas al director

Ventanas abiertas y ruidos de verano

Las ventanas abiertas en el verano permiten sufrir los ruidos más diversos. Toda una marca que cualquier día de agosto en cualquier lugar de la sierra madrileña dañará a nuestros deteriorados oídos. Sobre todo, en horas propias para el descanso. Es la especialidad de los que los producen.Una excavadora. Una moto. El tapicero ofreciendo sus servicios a través de un ruidoso altavoz. El camión de la basura. La taladradora de un manitas. Otra moto. Mónica llamando a Susana a grito pelado. Más motos. Tres perros enzarzados. Un frenazo. El melonero. La sirena de una ambulancia. El altavoz que anunci...

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Las ventanas abiertas en el verano permiten sufrir los ruidos más diversos. Toda una marca que cualquier día de agosto en cualquier lugar de la sierra madrileña dañará a nuestros deteriorados oídos. Sobre todo, en horas propias para el descanso. Es la especialidad de los que los producen.Una excavadora. Una moto. El tapicero ofreciendo sus servicios a través de un ruidoso altavoz. El camión de la basura. La taladradora de un manitas. Otra moto. Mónica llamando a Susana a grito pelado. Más motos. Tres perros enzarzados. Un frenazo. El melonero. La sirena de una ambulancia. El altavoz que anuncia una corrida de toros. Tres motos juntas. Un coche de bomberos. La pataleta de un niño. Un gol del Real Madrid. Radios y televisores a todo trapo. El afilador. Un vendedor de alfombras. Un mecánico improvisado que intenta arreglar su coche. Más fruteros. Más motos, más tapiceros...

A veces, como Dios aprieta pero no ahoga, escuchamos chicharras y grillos, algún pájaro canta y la cigüeña -pasa lentamente.-

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