Tribuna:

A dieta

"Don Cosme antes de tomar el chocolate", mostraba una publicidad de la posguerra, y se veía al pobre don Cosme, tronado y macilento, saliéndose por el cuello de la camisa. Al lado, otra viñeta anunciaba: "Don Cosme después de tomar el chocolate", y ya aparecía el buen señor satisfecho y sonrosado, la leontina circundándole el orondo barrigón. Cosas de los tiempos, naturalmente. Sale ahora un anuncio de semejante corte y lo acusan de crimen contra la humanidad. Porque manda la medicina moderna que el ciudadano no engorde y se ponga a dieta para prevenir el colesterol y otros cataclismos orgánic...

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"Don Cosme antes de tomar el chocolate", mostraba una publicidad de la posguerra, y se veía al pobre don Cosme, tronado y macilento, saliéndose por el cuello de la camisa. Al lado, otra viñeta anunciaba: "Don Cosme después de tomar el chocolate", y ya aparecía el buen señor satisfecho y sonrosado, la leontina circundándole el orondo barrigón. Cosas de los tiempos, naturalmente. Sale ahora un anuncio de semejante corte y lo acusan de crimen contra la humanidad. Porque manda la medicina moderna que el ciudadano no engorde y se ponga a dieta para prevenir el colesterol y otros cataclismos orgánicos.No es teoría nueva. Ya Don Quijote aconsejaba a Sancho Panza moderación en el yantar, y le advertía: "La salud del cuerpo se fragua en la oficina del estómago". Se trataba, sin embargo, de una observación ociosa, pues lo difícil en aquel proceloso siglo cervantino era, precisamente, comer. Cuando el cristianismo proclamó virtud el ayuno y la abstinencia, no hacía sino convertir en santa resignación la realidad de las hambres caninas que pasaba el pueblo. Los médicos de la época del racionamiento, en cambio, no entendieron esta filosofía existencial y recetaban "viandas. que se peguen al riñón" a sus perplejos enfermos, que estarían sanos si hubiesen tenido de dónde sacarlas.

No se sabría decir qué es peor, si carecer de todo o poseer manjares y no poderlos catar. Una disyuntiva ridícula que jamás se ha planteado la sabiduría popular, pues dispone de una regla magistral para vivir la vida tranquilidad y buenos alimentos. La OMS debería utilizarla como k - 1 Porque el sino de la humanidad na sido siempre pasar hambre, unas veces por culpa de la escasez y otras por culpa de la maldita dieta. Y ya está bien, caramba. La rebelión contra la tiranía de la dieta se impone. A lim de cuentas, hace más daño un disgusto que un cocido madrileño.

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