La Biblia contra la droga

Los esclavos del Señor son guerreros tatuados

Tres días de disciplina y trabajo junto a los drogadictos que se rehabilitan en una finca, de la Iglesia evangelistaEl tabaco y el sexo, principales causas por la que los 'yonquis' abandonan las fincas

"Dios nos está llamaaando a la guerraa. Dios nos está impulsaaando hacia fueraa. Acudirernooos al llamado del Señoor. Tomaremooos las armas que él nos preparó".Los 26 siervos, todos varones, comparten la Palabra en círculo, de pie y con la Biblia en la silla. El más bajito y renegrido alza su voz:

"Te damos las gracias Señor porque nos des un día más, Señor, porque nos, apartes, Señor, de esa vida, Señor, del pecado que llevábamos y que nos alejes Señor, de los malos rollos, Señor". Sus compañeros, con los ojos cerrados, no han cesado de susurrar "sí, Señor", a cada una de sus frases....

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"Dios nos está llamaaando a la guerraa. Dios nos está impulsaaando hacia fueraa. Acudirernooos al llamado del Señoor. Tomaremooos las armas que él nos preparó".Los 26 siervos, todos varones, comparten la Palabra en círculo, de pie y con la Biblia en la silla. El más bajito y renegrido alza su voz:

"Te damos las gracias Señor porque nos des un día más, Señor, porque nos, apartes, Señor, de esa vida, Señor, del pecado que llevábamos y que nos alejes Señor, de los malos rollos, Señor". Sus compañeros, con los ojos cerrados, no han cesado de susurrar "sí, Señor", a cada una de sus frases.

Luis el Portugués, con sus brazos de levantador de pesas, abraza la guitarra y toca Dios está llamando a la guerra; todos le siguen con los ojos cerrados, menos dos. Uno de ellos es una, por su coleta, sus andares, su forma de hablar y de mover los Levis etiqueta roja. Él es ella, pero todos le han tratado con la máxima deferencia y le llaman José. El otro, que no cierra los ojos, ni canta siquiera, vivía en San Blas y se llama Carlos. Por su seriedad, lo avieso de la mirada, la carita y el pelo podría pasar por Clint Eastwood.

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Curtido en la calle

Carlos es el típico chaval curtido en la calle, de andares tranquilos y frases sentenciosas. Si le preguntan: "Carlos, ¿qué pasa?", responde: 'Nada que no tenga que pasar". Ella y Clint llegaron hace tres y cuatro días con el mono (síndrome de desintoxicación) y aún no lo han dejado.A las ocho de la mañana hace media hora que uno de los siervos despertó a los 25 por su nombre, dando los buenos días en todas las literas. Desayunaron café casi todos, menos los que ingresaron hace poco con el síndrome de abstinencia. Para ellos, Cola cao. Recogieron las mesas y las sillas y comenzaron a compartir. Tras una hora de palmadas y cantos, el líder abre la Biblia, lee con sus ojos de antiguo protector de prostitutas, habla del amor al dinero que tanto corrompe y concluye la alabanza. Empieza la guerra.

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Los grupos de trabajo ya se habían asignado por la noche. A cada tres o cuatro yonquis les acompaña un responsable, también drogadicto, que cuidará de que no se aparten de la senda, que no miren a ninguna chica, que no fumen ni beban y que no se queden con el dinero del Señor. El responsable deberá rendir cuentas ante el líder de la casa; y éste, ante el pastor de Betel.

Unos deberán vender postales; otros, recoger alimentos de Mercamadrid y de supermercados; otros, ir al rastrillo que tienen en Alcalá, y otros, los recién llegados, se quedarán en casa, con dos responsables, para barrerla, limpiarla y preparar la comida. Ese último es el peor trabajo.

Los responsables que se quedan en casa cuidarán de que los nuevos no se asomen a la carretera, sacarlos de paseo en contra de su voluntad, mimarles, darles todo el amor de que son capaces para que aguanten al menos 15 días y puedan trabajar como los demás en el rastrillo.

Cuando uno ve a El Rubio acompañando a Clint Eastwood y a ella por el campo -ella quejándose a cada momento y Clint buscando colillas en el suelo-, asalta la idea de que hay una salida a la droga.

Pero ella se empeña en no encontrarla. Busca colillas, que no quiere andar más, dice, y que ya está "harto" de aguantar sin fumar, que a "él" no se le puede tratar como al resto, porque todos los yonquis no son iguales, que hay clases y clases. El otro sacudió su melena de Clint:

"De eso nada, todos somos iguales: unos mentirosos de los pies a la cabeza".

El Rubio no es un santo: ha conocido la cárcel, se ha metido todas las drogas que ha conocido, ha robado a su familia, apareció en los periódicos de su tierra como ilustre delincuente, y ahora, tras siete meses en la casa, entrega todo el amor del que es capaz hacia los chavales.

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Renunciar a su naturaleza

Los homosexuales no son de este reino

Y en cuanto a los homosexuales, sólo les queda renunciar a su naturaleza si pretenden contraer alguna relación amorosa. El pastor Luis Pino reconoce. que el sexo es, junto al tabaco, la principal causa por la que abandonan muchos chavales cuando se recuperan físicamente tras cuatro o cinco meses de cura.Pero Pino cree que es posible "enmendar" una "desviación" de sexo y asegura que un homosexual y una lesbiana que acudieron a Betel ahora están casados y tienen dos hijos.

A la vuelta a casa, aquel día hubo noticias. Clint Eastwood y ella se marcharon juntos. Los otros drogadictos les rogaron que se quedaran, pero los dos habían decidido quedarse al margen de la inmensa minoría que se salva. Cuando se van, surgen las críticas hacia ellos, y son despiadadas, casi como ocurriría en cualquier oficina o ministerio, pero sin tacos.

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