Los socialistas franceses acusan a los jueces, a la prensa y a la derecha de cebarse cruelmente con Bérégovoy

Francia tenía ayer el corazón encogido por la sorpresa, el horror y el remordimiento. Pierre Bérégovoy, el último primer ministro socialista de François Mitterrand, yacía muerto en el hospital militar de Val de Grace. Se había suicidado la tarde anterior de un tiro en la sien. Sus camaradas socialistas acusaban a los jueces, a la prensa y a la derecha de haberse "cebado cruelmente" con un político que Michel Rocard, Jacques Delors y Pierre Mauroy calificaron de "hombre honesto", "fiel servidor del Estado" y "excelente gestor de la economía".

Al pegarse un tiro en la muy simbólica fe...

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Francia tenía ayer el corazón encogido por la sorpresa, el horror y el remordimiento. Pierre Bérégovoy, el último primer ministro socialista de François Mitterrand, yacía muerto en el hospital militar de Val de Grace. Se había suicidado la tarde anterior de un tiro en la sien. Sus camaradas socialistas acusaban a los jueces, a la prensa y a la derecha de haberse "cebado cruelmente" con un político que Michel Rocard, Jacques Delors y Pierre Mauroy calificaron de "hombre honesto", "fiel servidor del Estado" y "excelente gestor de la economía".

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Al pegarse un tiro en la muy simbólica fecha del Primero de Mayo, Bérégovoy, el primer político francés de esta categoría que se arrebata la vida desde la II Guerra Mundial, ha encamado la tragedia de los socialistas franceses. Identificados con el paro, la corrupción y el déficit presupuestario, los socialistas sufrieron hace seis semanas una de las más brutales derrotas de un partido en el poder en la historia contemporánea de Europa.La pregunta que todo el mundo se formulaba ayer era cómo un hombre aparentemente tan sólido y sereno como Bérégovoy había podido interiorizar esta derrota de modo tan dramático Hijo de un inmigrante ucranio, obrero desde su adolescencia, resistente contra los nazis, empecinado autodidacta, veterano militante socialista y abnegado colaborador de Mitterrand en la adversidad y en el triunfo, Bérégovoy, de 67 años, parecía un hombre templado en acero.

Sus amigos y colaboradores aseguraban que no era tan duro, que su corazón sangraba con frecuencia. Desde la derrota socialista y su abandono del puesto de primer ministro, Bérégovoy, según múltiples testimonios, estaba muy deprimido. "Lo encontré triste y estresado; respondía sin ganas a mis preguntas y fumaba puritos sin parar", dijo una periodista que le entrevistó el pasado jueves. Bérégovoy le confesó que el gran error de los socialistas fue "ser demasiado gestores".

Hundimiento psicológico

Bérégovoy no dejó, al parecer, ninguna carta explicando las razones de su acto, pero los que le conocían adelantaban varias explicaciones a su hundimiento psicológico. Los más decían que estaba muy dolido por las sospechas de corrupción que le habían caído encima durante la campaña electoral. El principal capital de Bérégovoy era su imagen de honestidad, y ésta había sido puesta en la picota por las revelaciones sobre el préstamo sin intereses de unos veinte millones de pesetas que recibió en 1986 de un industrial implicado en escándalos de corrupción.El senador socialista Michel Charasse, que fue ministro de Presupuesto de Bérégovoy, responsabilizó a los jueces y, a los medios de comunicación del "calvario" padecido por Bérégovoy a causa de este préstamo. "Si yo fuera magistrado o periodista", dijo, "no podría dormir". Bérégovoy recibió ese dinero para completar el pago de un apartamento en París y ese hecho era prueba suficiente de que "no se había enriquecido".

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A Bérégovoy, según Pierre Mauroy, presidente de la Internacional Socialista, también le pesaba como plomo la derrota del Partido Socialista (PS). Mauroy informó que Bérégovoy le escribió hace unos días para asumir su "responsabilidad personal" en el que el fallecido consideraba "injusto" castigo electoral de marzo. Esa derrota ha abierto una grave crisis interna en el PS. Jean-Pierre Chévénement alumbró ayer mismo una formación socialista disidente: el Movimiento de los Ciudadanos.

Bérégovoy se sentía muy dolido por no haber tenido tiempo para enderezar la decadencia socialista. Su permanencia en Matignon, la sede del jefe del Gobierno francés, duró menos de un año. Cuando tuvo que cederle el puesto al gaullista Edouard Balladur, dijo con amargura: "Mitterrand nombró primer ministro a Laurent Fabius porque era joven, a Michel Rocard porque era el favorito de los franceses, a Edith Cresson porque era mujer, y a mí porque la situación ya era calamitosa".

Crítica feroz

Otro factor que le apesadumbraba, según Jack Lang, ex ministro de Cultura, era la "feroz crítica" de su gestión que sus sucesores en el Gobierno venían realizando en las últimas semanas. Balladur y los suyos han declarado haber heredado "la peor situación económica desde la II Guerra Mundial", y han atribuido a la gestión de Bérégovoy el paro, el déficit presupuestario y los agujeros de la seguridad social. "En cambio", subrayó Lang, "no han dicho una sola palabra sobre el excelente estado en que encontraron el franco, la inflación y elcomercio exterior".

Bérégovoy, según fuentes médicas, también podía haber estado sufriendo la depresión psicológica que afecta a los hombres demasiado atareados cuando recuperan un ritmo de trabajo mucho menos intenso.

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