GUERRA EN LOS BALCANES

El bebé que salvó la vida de su madre

Los médicos del hospital Kosevo, de Sarajevo, apretaban los dientes mientras insistían en mostrarme la imagen más espeluznante. "Esto no ha ocurrido en ninguna guerra", exclamaba el ginecólogo Ahmo Kapetanovic. El cadáver de un bebé de ocho meses y medio, envuelto en toallas, yacía en una mesa de operaciones. El feto llegó muerto, pero desde el interior del vientre de Mirzeta Fejzic salvó la vida de la madre, cuando las esquirlas de una granada hicieron impacto en el cuerpo de la joven musulmana de 28 años.Aquella tarde de enero, Mirzeta todavía no sabía que el bebé fue su coraza y que si no h...

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Los médicos del hospital Kosevo, de Sarajevo, apretaban los dientes mientras insistían en mostrarme la imagen más espeluznante. "Esto no ha ocurrido en ninguna guerra", exclamaba el ginecólogo Ahmo Kapetanovic. El cadáver de un bebé de ocho meses y medio, envuelto en toallas, yacía en una mesa de operaciones. El feto llegó muerto, pero desde el interior del vientre de Mirzeta Fejzic salvó la vida de la madre, cuando las esquirlas de una granada hicieron impacto en el cuerpo de la joven musulmana de 28 años.Aquella tarde de enero, Mirzeta todavía no sabía que el bebé fue su coraza y que si no hubiera estado embarazada, habría muerto irremediablemente. Nadie en el hospital quería decírselo. Sólo recordaba que estaba lavando la ropa en el patio de su casa, en el barrio de Grdonj, cuando de repente el mundo se oscureció. La granada hizo impacto a pocos metros de donde se encontraba la mujer.

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Mirzeta, madre de un niño de seis años, soñaba con dar a luz a una niña, para quien ya tenía decidido el nombre: Amina. El día que estuve en el hospital la madre ignoraba que el bebé que le salvó la vida era un niño. No sé que habrá sido de Mirzeta, ni tan siquiera si está viva. Su estómago estaba destrozado, perdió el útero y los intestinos tenían suturas. Recuerdo sus palabras con un hilo de voz: "Quisiera que esto acabara ya, pero me temo que sólo es el principio".

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