"El niño no me come"

La ansiedad de la madre es la causa más frecuente de las anorexias infantiles

"Éste por papá. Éste por la abuelita. Este por...". El pequeño come mal y, a menudo, la comida se convierte en una ceremonia de distracción y juegos para intentar que por fin se acabe la papillla. En muchos casos, sin embargo, el pequeño no pierde peso, pero, ante la insistencia de la madre, agrava su inapetencia, convirtiendo un trastorno sin mayor importancia en un círculo vicioso que angustia a la madre y puede derivar en una anorexia.

Los trastornos en la alimentación son cada vez más frecuentes, según los especialistas. Alrededor de un 40% de las consultas pediátricas tienen alguna...

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"Éste por papá. Éste por la abuelita. Este por...". El pequeño come mal y, a menudo, la comida se convierte en una ceremonia de distracción y juegos para intentar que por fin se acabe la papillla. En muchos casos, sin embargo, el pequeño no pierde peso, pero, ante la insistencia de la madre, agrava su inapetencia, convirtiendo un trastorno sin mayor importancia en un círculo vicioso que angustia a la madre y puede derivar en una anorexia.

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Los trastornos en la alimentación son cada vez más frecuentes, según los especialistas. Alrededor de un 40% de las consultas pediátricas tienen alguna relación con la inapetencia. "Las madres supervaloran muy a menudo la comida y se preocupan mucho simplemente porque el niño no come todo lo que ellas quieren", afirma Antonio Oliver, endocrino de la Unidad de Crecimiento Infantil de La Paz. "Cuando una madre llega a nuestra consulta muy preocupada porque afirma que su hijo no come, normalmente hay que empezar por tranquilizarla y asesorarla sobre lo que es un ritmo adecuado de alimentación", añade Oliver. El psiquiatra infantil Javier San Sebastián, del hospital Ramón y Cajal de Madrid, señala igualmente la mitificación de la comida y de los bebés gorditos como origen de la excesiva preocupación de muchas madres

Del biberón a las papillas

"Los niños tienen su propio ritmo alimenticio y hay que respetarlo", explica. "No es bueno obsesionarse con las cantidades o un intervalo entre cada comida demasiado rígido". San Sebastián señala que la mayoría de los trastornos alimenticios infantiles suelen tener su origen en un conflicto entre madre e hijo. "Solamente en un reducido grupo, de casos el rechazo de la alimentación puede ser el indicio de trastornos muy graves", señala.Son las llamadas anorexias esenciales precoces, que aparecen en el recién nacido que se niega a recibir todo tipo de alimento y no muestra un buen reflejo de succión en la lactancia. "Estas anorexias precoces, muy raras y de las que no se conoce la causa, encubren normalmente problemas como autismos, psicosis o trastornos mentales", agrega.

Las anorexias más frecuentes son las que aparecen entre los cinco y los ocho meses, al pasar de la alimentación líquida a las papillas. "Los niños están muy bien dotados para succionar líquido y disfrutan con la lactancia materna", asegura San Sebastián. "Si el paso del biberón a la papilla no se hace con la suficiente tranquilidad o en el tiempo adecuado, puede aparecer esta anorexia". Los pequeños vomitan y convierten la comida en una batalla con la madre.

Las anorexias se detectan normalmente en la consulta del pediatra. "Entre el 30% y el 40% de las consultas muestran alguna relación con trastornos del apetito", continúa. "Aunque en la mayoría de los casos no son el motivo directo de la consulta, sino que aparecen como un elemento colateral". Sólo en los casos más graves, cuando la inapetencia es reiterada y empieza a amenazar al peso del pequeño, se recomienda la intervención de un psicoterapeuta.

Aunque estos casos son cada vez más frecuentes, según afirma San Sebastián, normalmente basta con que el pediatra cambie el ritmo, los hábitos o la composición de la dieta para que el niño recupere el apetito. Este especialista apunta que muchas anorexias están relacionadas con un estado depresivo del crío, algo mucho más frecuente de lo que se cree y que pasa inadvertido.

El endocrino Antonio Oliver insiste en la importancia, no tanto del alimento en sí, como de la relación afectiva que propicia entre madre e hijo, fundamental para el desarrollo de éste. "Los problemas en la conducta alimenticia", señala, "vienen en la mayoría de los casos por el estrés y la prisa". Oliver menciona el caso de uno de sus pacientes: "Antes de buscar cualquier otra causa de su inapetencia nos topamos con algo muy simple: su madre acostumbraba a darle el biberón manteniéndolo acostado en la cuna. El pequeño mostraba, con seis meses, una alteración completa de sus reflejos".

Otras causas de la inapetencia de muchos niños provienen de la aerofagia o catarros frecuentes, que provocan un aumento de las secreciones nasales y de las flemas, que el niño se traga.

Al contrario de lo que se piensa normalmente, el comer en el colegio tiene efectos más positivos que negativos. "Los niños imitan a los otros niños", explica San Sebastián. "Y aprenden a comer al ver que los otros comen". Además, se acaban las parafernalias montadas por toda la familia para que el niño coma.

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