Cartas al director

Cultura y educación

Como viajero acabo de dejar el metro. He sido testigo de un hecho que, por lo que Implica, me ha tenido preocupado todo el trayecto: he coincidido en una estación del aristocrático barrio de Salamanca con un gran número de colegiales de edades comprendidas entre 12 y 16 años que tomaban el mismo coche. Han entrado en tromba y se han disputado los pocos asientos que había libres. Yo, no siendo ya joven, evito sentarme cuando no hay asientos en abundancia, por la violencia que me supone ver a una persona físicamente mermada de pie.Se ve que en los colegios lo que importa hoy es que el chico apru...

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Como viajero acabo de dejar el metro. He sido testigo de un hecho que, por lo que Implica, me ha tenido preocupado todo el trayecto: he coincidido en una estación del aristocrático barrio de Salamanca con un gran número de colegiales de edades comprendidas entre 12 y 16 años que tomaban el mismo coche. Han entrado en tromba y se han disputado los pocos asientos que había libres. Yo, no siendo ya joven, evito sentarme cuando no hay asientos en abundancia, por la violencia que me supone ver a una persona físicamente mermada de pie.Se ve que en los colegios lo que importa hoy es que el chico apruebe las asignaturas ordenadas y que la educación la reciba por aplicación espontánea.

Y lo cierto es que hay uña asignatura: la de pensar en los demás, comprenderles y, si es posible, atenderles, que nadie imparte... Unos hijos mimados en lo superfluo y educados solamente hacia el logro de un bienestar material forzosamente han de dar como resultado una sociedad egoísta e individualista. En la que todo cuanto no sea práctico estorba-

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