La picaresca y la tolerancia convierten en letra muerta la ley francesa antitabaco

Los fumadores ganaron la guerra del tabaco, o, mejor dicho, ese, conflicto nunca llegó a estallar. A los tres meses de la entrada en vigor de la severa ley antitabaco adoptada en Francia, los fumadores siguen ahumando la mayoría de sus reductos tradicionales y ninguna multa les ha sido impuesta. Ni una sola en toda Francia. Los sociólogos creen que el mayoritario espíritu católico de este país, ese vive y deja vivir que caracteriza a los países latinos, se ha impuesto al puritanismo de la parte protestante del alma francesa.Cuando el pasado 1 de noviembre comenzó a aplicarse la ley que prohibe...

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Los fumadores ganaron la guerra del tabaco, o, mejor dicho, ese, conflicto nunca llegó a estallar. A los tres meses de la entrada en vigor de la severa ley antitabaco adoptada en Francia, los fumadores siguen ahumando la mayoría de sus reductos tradicionales y ninguna multa les ha sido impuesta. Ni una sola en toda Francia. Los sociólogos creen que el mayoritario espíritu católico de este país, ese vive y deja vivir que caracteriza a los países latinos, se ha impuesto al puritanismo de la parte protestante del alma francesa.Cuando el pasado 1 de noviembre comenzó a aplicarse la ley que prohibe fumar en cualquier espacio cerrado colectivo, los medios de comunicación franceses anunciaron el estallido de la guerra del tabaco. Con la ley a su favor, los no fumadores, se decía, iban a emprender una caza sistemática de todos aquellos que les intoxican con sus cigarrillos, habanos y pipas. El legislador les daba incluso la posibilidad de llamar a las fuerzas de seguridad a quienes facultaba para imponer a los fumadores severas penas en metálico.

Pero no hubo guerra. La picaresca y la tolerancia se impusieron a la letra de la ley. La picaresca, por ejemplo, de los dueños de bares y restaurantes, que modifican las zonas de fumadores y no fumadores según las exigencias de la clientela presente en sus locales. La tolerancia de los no fumadores, en ningún caso han pedido la intervención de la policía para hacer valer sus derechos. Y así, a estas alturas, ni un solo fumador ha tenido que pagar las multas de entre 6.000 y 12.000 pesetas previstas por la ley.

El metro, excepción

Eso sí, en el metro de París, enteramente declarado área de no fumadores, el número de colillas recogido por los empleados de la limpieza ha disminuido drásticamente. La mayoría de los adictos apagan sus cigarrillos en los ceniceros dispuestos en las bocas del transporte suburbano. Los incidentes son nulos. Los servicios de seguridad del metro han recibido la consigna de "no aplicar la ley al pie de la letra", y, hasta la fecha, nadie ha sido multado.En las empresas domina lo que los franceses llaman "la cohabitación negociada". Los propios trabajadores han creado zonas libres de nicotina y zonas donde ésta es "tolerada". En casos de disputa, la apertura de una ventana impide que la sangre llegue al río. "Los franceses", dice a Liberation una fuente del tribunal de Nanterre, "están dando prueba de clemencia recíproca, la caza a los no fumadores a la norteamericana no corresponde a nuestra mentalidad".

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