Cartas al director

Extranjerismos

Algunas veces las palabras son peligrosas, algunas veces asumen vida propia y se rebelan contra el (ab)uso de sus propios autores. Y si esto ocurre dos veces en artículos distintos, ya se sale de la esfera del puro azar.Así, se podía leer en EL PAÍS del 4 de octubre de 1992, en el apartado dominical, en las páginas 6 (La solución checoslovaca) y 14 (King Kohl), la palabra alemana correctamente escrita Wehrmacht (la Fuerza Armada alemana, así denominada entre 1918 y 1945), como Wermacht y Werhmacht, y eso tratándose de aportaciones de sus corresponsales (en otra falta incur...

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Algunas veces las palabras son peligrosas, algunas veces asumen vida propia y se rebelan contra el (ab)uso de sus propios autores. Y si esto ocurre dos veces en artículos distintos, ya se sale de la esfera del puro azar.Así, se podía leer en EL PAÍS del 4 de octubre de 1992, en el apartado dominical, en las páginas 6 (La solución checoslovaca) y 14 (King Kohl), la palabra alemana correctamente escrita Wehrmacht (la Fuerza Armada alemana, así denominada entre 1918 y 1945), como Wermacht y Werhmacht, y eso tratándose de aportaciones de sus corresponsales (en otra falta incurrieron al escribir Landestag en vez de Landtag).

Parece que en los medios de comunicación españoles está de moda el introducir en el contexto, abruptamente y de forma rebuscada, palabras alemanas sin dar más explicaciones al respecto.

Estoy seguro de que el 95% de los lectores o de la audiencia no las entienden en absoluto. Como traductor, les recomiendo la lectura del excelente libro de V. G. Yebra Teoría y práctica de la traducción, en el que razona sobre el préstamo inadaptado (= extranjerismo), página 336: "Desde el punto de vista del traductor, el extranjerismo es una confesión de impotencia, o bien, como en el caso de escritores originales, de locutores de radio y televisión o de simples hablantes que lo usan sin necesidad, una muestra de esnobismo". Además, en este caso es más grave, ya que no sólo se trata de un esnobismo, sino que se fomenta el uso de palabras del contexto de la época nazi.

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Y también observo la incomprensible voluntad de tildar cualquier comportamiento alemán con términos relativos a preponderancia, hegemonía e imperialismo (por ejemplo, que Alemania haya alentado la separación checoslovaca). Creo que un periodismo serio y fundamentado no debería incurrir en las manías e ignorancias de los periódicos de tirada masiva incitando innecesariamente irritaciones y malentendidos entre los pueblos. Y el mismo canciller Helmut Kohl, al que no he votado los últimos 10 años, no merece este tratamiento echándole la culpa de la sangrienta secesión yugoslava y del desencanto europeo que está apoderándose de algunos miembros de la CE. El periodismo tiene que ser responsable, justo y libre de meras suposiciones.- .

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