Cartas al director

Testimonio póstumo

El testimonio póstumo de José Manuel Soto en EL PAÍS del pasado 27 de septiembre es una nueva constancia, y afortunadamente de forma pública, del habitual malentendido entre médicos y enfermos, que no es sino reflejo de tantos otros malentendidos entre distintos grupos de seres humanos. Ese gran empeño que tienen unos en creerse y hacer cree que uno sabe lo que a otro le conviene. Un malentendido proveniente de innecesarios paternalismos ocultadores de actitudes prepotentes. Por descontado que hay "otros" verdaderamente incapacitados para tomar decisio...

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El testimonio póstumo de José Manuel Soto en EL PAÍS del pasado 27 de septiembre es una nueva constancia, y afortunadamente de forma pública, del habitual malentendido entre médicos y enfermos, que no es sino reflejo de tantos otros malentendidos entre distintos grupos de seres humanos. Ese gran empeño que tienen unos en creerse y hacer cree que uno sabe lo que a otro le conviene. Un malentendido proveniente de innecesarios paternalismos ocultadores de actitudes prepotentes. Por descontado que hay "otros" verdaderamente incapacitados para tomar decisiones por sí mismos, pero dispongámonos a "mirar queriendo ver" y a respetar a esos "otros" sí capacitados para tomar sus propias decisiones, a pesar de que éstas no coincidan con las nuestras.Es aconsejable reflexionar respecto a la muerte propia y ajena, sin esperar a tenerla o sentirla cercana, y dejar constancia escrita de los propios deseos y razonamientos al respecto nombrando un representante al efecto: no quiero que mi vida sea alargada artificialmente en situación irreversible; quiero que se me aplique la eutanasia en el momento en que sea legal hacerlo; no quiero que se me aplique la eutanasia aunque sea legal hacerlo; quiero dejar mis órganos a la ciencia; no quiero dejar mis órganos a la ciencia; quiero ser incinerada; quiero ser enterrada sin incinerar, me gustaría tal o cual tipo de ritual después de mi defunción, etcétera.

Gracias, José Manuel.

Barcelona.

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