Cartas al director

Combatir la pobreza

La mayoría de los ciudadanos que habitamos en el mundo civilizado hemos depositado perezosamente nuestra responsabilidad en los políticos para que resuelvan el grave problema de la pobreza, ignorancia y miseria que afecta a amplios sectores de la población que malvive en América del Sur. No somos conscientes de que cada uno de nosotros tiene la obligación personal e inexcusable de aportar su granito de arena para colaborar. Cada uno sabrá cómo puede hacer llegar su colaboración a una América gravemente enferma, mucho más enferma ahora que hace 500 años, cuando la descubrieron nuestros antepasa...

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La mayoría de los ciudadanos que habitamos en el mundo civilizado hemos depositado perezosamente nuestra responsabilidad en los políticos para que resuelvan el grave problema de la pobreza, ignorancia y miseria que afecta a amplios sectores de la población que malvive en América del Sur. No somos conscientes de que cada uno de nosotros tiene la obligación personal e inexcusable de aportar su granito de arena para colaborar. Cada uno sabrá cómo puede hacer llegar su colaboración a una América gravemente enferma, mucho más enferma ahora que hace 500 años, cuando la descubrieron nuestros antepasados, época en la que ni se mataba de forma sistemática a los niños, como sucede en Río de Janeiro, ni existía un concepto tan pobre de la vida humana como sucede en Colombia con los asesinatos de los sicarios, por citar algunos de los innumerables y espeluznantes ejemplos del infierno que allí se está viviendo.Una de las principales causas que subyacen como generadoras de esta compleja y dolorosa situación es la extrema pobreza que afecta a este continente. Combatir la pobreza es un planteamiento ineludible para quienes de un modo u otro deseamos atajar este problema desde la raíz. Centrándome en la iniciativa privada -empresarial, profesional, social o fundacional-, una gran mayoría de los ciudadanos que disponemos de más (lelo que necesitamos para vivir tenemos la oportunidad de hacer frente a este dificil y complicado reto: ayudar a salir de la crisis a Iberoamérica. No nos conformemos con recordar los hechos de 1492. Tratemos de conseguir que nuestros descendientes puedan visitar un continente próspero, sin guerras, sin hambre, sin droga y sin niños asesinados en las calles de sus ciudades. En definitiva, seamos protagonistas de la historia y no parásitos de la misma.-

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