Cartas al director

La naturaleza de las autonomías

Recientemente hice un viaje a Galicia en coche, feliz de llegar por fin a la España verde y deleitarme con el paisaje.La sorpresa fue total. La entrada por Orense fue ya un mal comienzo. Monte pelado tras monte pelado, con escasas motas de bosque original. Cuanto más nos adentramos en Galicia, los montes pelados iban intercalándose con cultivos de pinos y eucaliptos, con cada vez más escasas muestras del bosque original gallego.

No entiendo cómo se puede reivindicar una lengua, una cultura, una tradición tan singulares como las gallegas y, sin embargo, despreciar y destruir la belleza y...

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Recientemente hice un viaje a Galicia en coche, feliz de llegar por fin a la España verde y deleitarme con el paisaje.La sorpresa fue total. La entrada por Orense fue ya un mal comienzo. Monte pelado tras monte pelado, con escasas motas de bosque original. Cuanto más nos adentramos en Galicia, los montes pelados iban intercalándose con cultivos de pinos y eucaliptos, con cada vez más escasas muestras del bosque original gallego.

No entiendo cómo se puede reivindicar una lengua, una cultura, una tradición tan singulares como las gallegas y, sin embargo, despreciar y destruir la belleza y la riqueza de la tierra que las dio a luz, el hábitat de su fauna, la belleza de su paisaje, y sobre todo, la fertilidad de la tierra que herederán sus hi os. No es coherente que una cultura reivindique la diferencia, lo singular, lo original y, sin embargo, permita que su patrimonio biológico propio, el único que puede mantener el equilibrio de su tierra, sea pisoteado y sustituidoen su práctica totalidad por la hamburguesera forestal: el pino y el eucalipto; simplificadores, uniformadores y empobrecedores biológicos por excelencia.

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