Cartas al director

Cacheos y magreos

Una de la madrugada del 5 de julio. Un pub en Villasana de Mena, Burgos. Una veintena de clientes se toman pacíficamente sus copas. Entran en el local cuatro agentes uniformados de la Guardia Civil y otros dos. de paisano. "Dejen de beber. Pónganse junto a la pared. Es la ley Corcuera". Uno de los guardias va cacheando a los presentes. "No se preocupen, que esto no es el País Vasco. Esto es Castilla y León". Hasta aquí, todo prácticamente normal. Lo irregular empieza cuando el sospechoso a registrar es una mujer. No pasa nada. También hay que palparle las carnes. Una mano ...

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Una de la madrugada del 5 de julio. Un pub en Villasana de Mena, Burgos. Una veintena de clientes se toman pacíficamente sus copas. Entran en el local cuatro agentes uniformados de la Guardia Civil y otros dos. de paisano. "Dejen de beber. Pónganse junto a la pared. Es la ley Corcuera". Uno de los guardias va cacheando a los presentes. "No se preocupen, que esto no es el País Vasco. Esto es Castilla y León". Hasta aquí, todo prácticamente normal. Lo irregular empieza cuando el sospechoso a registrar es una mujer. No pasa nada. También hay que palparle las carnes. Una mano por aquí, otra mano por allá. Tras el toqueteo, al menos una joven queda bañada en su propio mar de lágrimas. Las demás se comen la indignación. ¿Es esto normal?

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